Holanda recuperó ayer la sonrisa perdida tras la derrota sufrida frente a España en la final del Mundial, gracias a los miles de aficionados que inundaron y animaron de nuevo las calles de Amsterdam vestidos de naranja para celebrar la vuelta a casa de la selección. Desde por la mañana, un reguero incansable de hinchas ataviados con pulseras, camisetas, gorros y bufandas del color que viste la selección tomó posiciones a lo largo de los canales, formando un reguero naranja que devolvió el pulso a la capital holandesa.

"Welkom" (Bienvenidos), "Feliciteert" (Felicidades) y "Bertje!" son las palabras que más sonaron en boca de los aficionados: "Bertje es el apodo que le damos al seleccionador (Bert van Marwijk), es una broma porque en holandés decimos Biertje (cerveza) antes de dar un buen trago", explicó el hincha Addy.

Otro gran protagonista de la fiesta fue el árbitro Howard Webb, encargado de pitar la final, que aparecía estampado en varias camisetas dentro de un cartel de "busca y captura". "Sacó tarjeta roja a Holanda y no se atrevió a hacer lo mismo con Puyol, así que ahora es enemigo número uno en el país", apuntó Patrick, otro aficionado. Los alrededores de la céntrica Plaza de los Museos llevaban horas colapsados por los seguidores.