Hace unos años Lance Armstrong impuso una moda, la pulsera amarilla, que millones de personas en el mundo entero colocaron en sus muñecas. Alberto Contador ha lanzado las camisetas y la línea de vestir con un color, el azul del Astana, y unas siglas, AC --sus iniciales--, con un diseño original. La gente las compra y se las pone y con la prenda se instalan en las cumbres asturianas. Y de este modo le animan, mientras cuelgan algunas pancartas y pintan su apellido con pintura blanca en el mismo firme de la carretera.

El público ha vuelto a la Vuelta. Es cierto --ojalá que lo arregle el Tour el próximo año cuando desembarque con la mitad de las acciones de Unipublic, la empresa organizadora-- que todavía hay que corregir muchas cosas. No se puede llegar a Sabiñánigo e ir por un polígono industrial. No se puede llegar a Zaragoza, a mitad de semana, cortando los accesos de la ciudad y formando un monumental atasco. Pero Contador es el ángel de la carrera. Hay que remontarse a los tiempos de Delgado --ya que Induráin nunca fue un protagonista de primera línea en la ronda española-- para escuchar a los aficionados gritar con rabia el nombre de un corredor.

Y así sucedió el sábado en el Angliru. Tal fue el número de espectadores que hasta en la salida de Oviedo los ciclistas extranjeros --muchos de ellos pitados de forma injusta durante la ascensión-- afirmaron que sintieron el aire del Tour en Asturias. Ayer mismo, el atasco para descender de San Isidro, casi (aquí hay que emplear el término casi) se asemejaba a los desalojos propios de las cumbres francesas.

Contador es el ídolo que le faltaba al aficionado español para que los triunfos de las estrellas que dominan el firmamento mundial, Sastre, Freire, Samuel Sánchez y Valverde --todos juntos al próximo Mundial, otra maravilla del cielo--, penetren con más fuerza en el corazón de los aficionados.

La sierra madrileña

La línea AC volverá a poblar las carreteras de la sierra madrileña, uno de sus territorios favoritos. A Contador lo esperan con los brazos abiertos, como si fuera el Mesías de la Vuelta, la mejor ronda española de los últimos años, porque el corredor de Pinto se ha empeñado en ganarla. Esta es la mejor noticia. El aplauso más sonoro.