Me gusta hacer paralelismos entre el deporte y la vida e intentar demostrar que los valores que se obtienen son positivos para el desarrollo personal, pero hay ocasiones en las que el deporte también es contrario a sus principios.

Este fin de semana hemos competido en el Mundial de Media Maratón en Birmingham (Inglaterra), una remozada ciudad industrial al norte de Londres que bulle ahora en actividad.

Allí estuvimos dos extremeños, Miguel Angel Gamonal y yo dejándonos la piel, pero los resultados no fueron buenos, incluso hasta malos respecto a las expectativas. Nada que objetar, cada uno somos conscientes de posibilidades y limitaciones y en una cita tan importante, objetivo de la temporada, lo intentamos dar todo, pero no fue nuestro día.

Desde la federación, su responsable allí con nosotros, ya se nos dejó claro que esa actuación había sido muy mala y que la representación española en futuros campeonatos de media maratón peligraba.

Esto me daba a pensar, además del malestar de haberlo hecho mal, en esas empresas que maquillan los resultados para el balance sea positivo vendiendo las partes que son deficitarias- si somos muy malos en algo mejor no ir y quedar mal- algo contrario a la filosofía del deporte. Pero claro: esto ya parece que no es deporte, es deporte de alto nivel, de competición, en el que todo vale con tal de ganar.

¿Es la federación culpable? Algo, pero el trasfondo son los criterios para las subvenciones de competiciones internacionales del Consejo Superior de Deportes, que puede llegar a ´penalizar´ económicamente si los resultados son malos, con lo que las federaciones, en caso de duda, prefieren no ir a campeonatos. Mal camino para el deporte de alto nivel y mal ejemplo para el general.