El presidente de la comunidad autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, ha manifestado recientemente que tratará de hablar con el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, para convercenle para que promueva la derogación del canon que pagan los clubs que ascienden a la ACB. Y tiene razón el político melillense: la obligatoriedad de aportar 4 millones de euros es una aberración, un anacronismo que se produce, además, tras una gesta deportiva. En ningún otro deporte sucede algo igual. La pasada semana, Eduardo Portela fue reelegido, por enésima vez, máximo dirigente de la ACB y no estaría de más que, como última obra antes de su ´jubilación´ --que no parece llegar nunca, por cierto-- elimine de un plumazo el despropósito. Si esto no ocurre y si se da la feliz circunstancia de que algún club extremeño asciende a la ACB --el Cáceres 2016 aún lo puede hacer este mismo año--, va a poner en un brete a los directivos y políticos de esta comunidad. De momento, en Melilla ya están clamando, aunque sea en el desierto.