Quiso y no pudo. Corrió con el corazón, con el cruel pelotón pisándole los talones. "Frío, frío, mantente frío!", le chilló Julián Gorospe por el auricular. Iñigo Landaluze lo había hecho casi perfecto. Pero le sobraron 25 metros. ¿Y qué son 25 metros tras 160 kilómetros de escapada? Pues son la gloria. "No había ganado nada en mi vida y hoy tocaba". Voz triste la del ciclista vizcaíno, la del ayudante de Iban Mayo. Se fue casi toda la etapa en compañía del italiano Filippo Simeoni y le pillaron en el último suspiro. El Tour no sabe todavía de sentimientos.

Le esperaban tantas cosas en la meta de Gueret. Tenía hasta una vaca aguardándole, el premio de la ciudad para el vencedor. Pero el animal no pastará en Vizcaya. Quizás lo haga en Australia... Fue Mc Ewen quien se llevó la gloria que aguardaba a Landaluze. No tuvo piedad. Lo devoró como si fuera un pez gigante con hambre voraz.

DUDA PARA SIEMPRE La duda puede que siempre le embargue. "Debía haber arrancado antes". Landaluze no es un ciclista ganador. Muy pocas veces tendrá la oportunidad de ayer, la de imponerse en una etapa del Tour. "Creía que iba a ganar". Lo volvió a decir convencido, como si pudiera rebobinar la cinta de la etapa. Que todos se parasen a su espalda. Llegar triunfador, levantar los brazos y llamar a casa orgulloso de la gesta.

Faltó tan poco que hasta algunos coches rezagados se pararon ante el autocar del Euskaltel para felicitarles por la victoria. "Enhorabuena", les dijeron. Los vehículos, que no llevaban televisor incorporado, se quedaron con la frase del locutor de Radio Tour, la emisora que comunica las incidencias de la prueba por vía interna, que cantó el triunfo del vasco.

"Dos veces hemos sido segundos. Ya nos tocará", se lamentó Julián Gorospe, el director. El sábado pasado, Iker Flores fue segundo tras Filippo Pozzato. Landaluze era ayer el escogido para atacar, en el primer día en que la formación vasca había dado libertad a sus ciclistas para actuar. Mayo, con terreno arisco, sin tanto llano, con menos temor a las caídas, no precisó de tanta protección. Landaluze ya atacó en el kilómetro cero. Por eso, también, en la primera subida de mediana dificultad, Mayo se puso delante del pelotón para coronar en segunda posición, a los pasos de Richard Virenque, con su eterna obsesión por ganar la montaña del Tour. Ya lo ha hecho en seis ocasiones.

OPTIMISMO DE MAYO Fue un buen síntoma para el primer gran examen del Tour 2004. La montaña se ha hecho esperar. Pero hoy, casi por sorpresa, aparecen hasta nueve puertos, en 237 kilómetros asfixiantes por el Macizo Central. "Físicamente me siento incluso mejor que en el Tour del año pasado. Todos me preguntan si voy a atacar. Por supuesto que lo haré", escribió ayer Mayo en su columna del diario Deia, bautizada como El balcón del Príncipe.