Akasvayu Girona: Cvetkovic (3), Víctor Sada (3), McDonald (11), Radenovic (20), Marc Gasol (9) -cinco inicial-, Fernando San Emeterio (2), Román Montáñez (-), Erik Daniels (6) y Whitfield (-).

DKV Joventut: Desmond Mallet (26), Ricky Rubio (2), Ferrán Laviña (4), Jan Jagla (8), Hernández Sonseca (-) -cinco inicial-, Moiso (10), Rudy Fernández (13), Lubos Barton (8), Pau Ribas (2), Popovic (6), Franch (-) y Pere Tomàs (-).

Marcador por cuartos: 21-16, 27-34 (descanso), 37-58 y 54-79.

Arbitros: Facchini (ITA), Belosevic (SRB) y Viator (FRA). Sin eliminados por cinco faltas personales.

Incidencias: Final de la Copa ULEB, disputada en el Palavela de Turín ante 5.060 espectadores.

El DKV Joventut vio coronado en Turín su proyecto de cantera y juventud, su baloncesto alegre y festivo, al proclamarse campeón de la Copa ULEB en el Palavela de Turín, frente a un Akasvayu voluntarioso, pero demasiado cansado, incapaz de contrarrestar el talento de la Penya .

El equipo de Aíto García Reneses se lleva de Turín un nuevo título europeo y un billete a la Euroliga, premios que le acreditan como uno de los equipos del momento. Pocos clubes disfrutan de una plantilla tan equilibrada y en tan dulce momento de juego. Al frente, la serenidad de Aíto, espíritu de un equipo que representa el baloncesto espectáculo.

Ni siquiera necesitó el Joventut recurrir a la mejor versión de Rudy para doblegar al Akasvayu. Ha adquirido tal jerarquía deportiva que su talento natural le permite despachar los partidos con toda la naturalidad del mundo. Llegó como favorita y se embolsó el título con un baloncesto más eficaz que reluciente.

APUROS Y EXHIBICION Aunque no comenzó demasiado bien ante el Akasvayu, acabó por imponer su ADN y su peso específico en el momento decisivo de la final. Empezó el Joventut despistado, anulado por la defensa de Akasvayu (10-2, min. 2), pero rectificó. Con Rudy ya en pista, el Joventut se puso por delante (21-22, min. 14). Mallet comenzó a acertar desde el perímetro y el Akasvayu no tuvo capacidad de respuesta. Con la anotación más baja de toda la final a ocho, 54 puntos, el Akasvayu acusó el cansancio de jugar tres partidos seguidos. También su falta de banquillo, más menguado que el de su rival. El equipo de Girona se quedó sin argumentos. El aro rival se le hizo muy pequeño y se vio incapaz de cerrar el rebote. Resignado, bajó los brazos demasiado pronto. Con 6 puntos en el segundo cuarto, comenzó a firmar su dimisión.

En el inicio del tercer periodo, cuando el partido demandaba una reacción del Akasvayu, la Penya comenzó a cerrar el marcador (31-46, min. 25).

A falta del último periodo, la afición verdinegra ya celebraba el título. Con 21 puntos de ventaja, mayor experiencia en partidos decisivos y una plantilla más amplia, los hombres de Aíto se dedicaron a rentabilizar su ventaja.