Olvidado por los desastrosos resultados de los dos ultimos años, en el paro hace poco más de un mes, ahora vive la gloria. Es La curiosa historia de Jenson Button. De viejo a joven, de acabado al cénit. Ni las montoneras en la primera curva, ni los coches de seguridad, ni el caos que siempre acompaña al GP de Australia incomodaron al inglés. Ajeno al lío que se montaba por detrás, se adjudicó la primera carrera del año.

Es lo que pasa cuando se arranca desde la pole y se conduce el coche más rápido. Es como pilotar un reactor por encima de las nubes. La tormenta queda por debajo, donde Sebastian Vettel y Robert Kubica se enzarzaron en una pugna por la segunda posición que les dejó fuera a tres vueltas del final; rayos y truenos que retrasaron a Fernando Alonso por evitar una cuádruple colisión en la primera curva; lluvia y viento que arrastraron en dos ocasiones al coche de seguridad, y varias sanciones como la que bajó a Jarno Trulli del podio.

CARRERA MOVIDA "Tuve algunos problemas con los neumáticos, no fue una carrera fácil ni tranquila como se podía suponer yendo primero", dijo Button que, por primera vez en nueve años en la F-1, sintió el vértigo de ocupar la cabeza de principio a fin para firmar un doblete de Brawn que Rubens Barrichello completó al final. El brasileño arrancó mal, su coche quedó patinando mientras Sebastian Vettel se iba tras la estela de Button, seguido de Felipe Massa, Robert Kubica y Kimi Raikkonen. En su intento de no perder más posiciones, Barrichello chocó contra el Red Bull de Webber en la primera curva.

En su intento de librarse del lío, y al ver por el retrovisor a Kazuki Nakajima, Alonso optó por cortar la curva por la grava y ahí perdió buena parte de sus opciones al caer a la 13 posición, por detrás de Lewis Hamilton que, como Nelsinho Piquet y Jarno Trulli, encontró hueco para colarse. Los Ferrari habían salido con muy poca gasolina, lo mismo que Hamilton, Trulli y Kubica, pero los rojos con neumáticos blandos que se deshicieron en pocas vueltas y les obligaron a adelantar su parada (vueltas 10 y 11). Lo que parecía una estrategia suicida se dulcificó cuando el coche de seguridad entró en la vuelta 18. Nakajima volvió a liarla cuando perdió el control del Williams al cambiar de velocidad en el momento en que pisaba un piano.

La entrada del safety car supuso un riesgo por el enfriamiento de las gomas Bridgestone: una trampa para los más inexpertos. Pero no fue el debutante Sébastien Buemi la víctima. Al contrario, el suizo hizo una carrera muy seria hasta la séptima plaza. El reo resultó otro joven, con un año más de experiencia. Nelsinho Piquet perdió el control del Renault al intentar rebasar a Rosberg de un modo poco ortodoxo. El error le dejó fuera cuando marchaba en zona de puntos.

GOLPE DE TEATRO Barrichello demostró que no está viejo, que ha recuperado la alegría por pilotar y, sobre todo, que el coche Brawn, además de endiabladamente rápido, es irrompible.

Solamente Vettel y Kubica pudieron seguir el ritmo de Button, favorecidos también por la neutralización de la carrera. Rápidos, valientes, ambiciosos, los dos jóvenes se enzarzaron en una pelea a tres vueltas del final que les dejó fuera de carrera cuando el polaco apuró el adelantamiento por fuera y el alemán, que sería duramente sancionado por ello, tardó en cederle el sitio. Los trozos de carbono dieron entrada al segundo coche de seguridad y con él, el último golpe de teatro de la carrera.

Trulli se salió recto ligeramente al intentar calentar las gomas y perdió su posición con Hamilton, al que luego adelantó de forma ilegal. El italiano se subió al podio, pero los comisarios le castigaron dos horas después con 25 segundos que le llevaron al último lugar. Hamilton heredó el bronce y Alonso fue quinto, tras Timo Glock. El asturiano sorteó el primer golpe, en un mal fin de semana de reglajes, con un puesto que le supo a gloria.