Un teléfono móvil para hacer llamadas en Canadá y otro para Estados Unidos. Una cartera con compartimentos para dólares canadienses y dólares norteamericanos. Este es parte del equipaje que acompañará a José Calderón en su primer año en la NBA. El nuevo jugador de los Toronto Raptors viajará varias veces al mes a Estados Unidos hasta completar un total de 82 partidos en la liga regular. En la última semana, el de Villanueva de la Serena ya ha podido comprobar la dureza de una primera sesión intensiva de baloncesto. El sábado 22 de octubre entrenó por la mañana y, directamente desde el estadio, partió con el equipo hacia el aeropuerto de Toronto. Desembarcó en Columbus (Ohio) para disputar un amistoso con los Cleveland Cavaliers el pasado domingo, y luego cruzó de nuevo la frontera para llegar a Winnipeg, en el estado canadiense de Manitoba. Allí los Raptors se enfrentaron con los Portland Trail Blazers el lunes pasado, equipo al que devolvieron la visita este miércoles. Para asegurarse de que los chicos quemaban todas sus energías, Sam Mitchell, el exigente entrenador de los Raptors, decidió complementar los viajes y los partidos con entrenamientos diarios. Después de cinco días de aeropuertos, Calderón llegó a casa a las ocho de la mañana de este jueves, tras un vuelo de casi seis horas desde Portland. Lo primero que hizo fue, naturalmente, tumbarse en la cama.

La mujer y la cuñada

Toronto es el nuevo hogar de este extremeño, aunque más bien un hogar a tiempo parcial. Calderón pasará miles de horas en una indeterminada zona geográfica, algo así como un no-lugar. Sin duda, el aeropuerto es el no-lugar por antonomasia: un cruce de ciudades y husos horarios.

Otro no-lugar es la habitación de cualquiera de los hoteles en los que el jugador español deberá reconstruir las tareas de una vida corriente. Para soportar la dinámica de la NBA, Calderón necesita en Toronto un eje emocional que le ayude a no naufragar entre tanto avión y partido de baloncesto. Ese punto de apoyo es Ana, su mujer, quien le sostiene en esta desafío personal y profesional. Junto a ella, su cuñada Inés le permite reconstruir, en la medida de lo posible, el ambiente familiar que ha dejado en Villanueva de la Serena.

El único escollo que encontró Calderón a su llegada a la ciudad, el día 30 de septiembre, fue la comunicación en inglés. Sin embargo, en apenas un par de semanas los problemas se solventaron. Ahora el español comprende casi todo lo que escucha en el vestuario y siempre impone su voz cuando salta a la cancha. Precisamente, la prensa local destacó tras su debut ante Utah Jazz sus excelentes cualidades como vocal leader . El propio Calderón, consciente de que aún tiene que mejorar su vocabulario, ha iniciado este jueves un curso personalizado de inglés. Su academia de idiomas está situada entre Yonge y Bloor, dos céntricas calles de Toronto. Pero no todas las clases serán presenciales para él, quien indica que "debido al gran número de partidos fuera de casa, habrá semanas en las que el curso será por internet". También Ana e Inés acuden casi diariamente a clases de idiomas, aunque ellas pueden hacerlo con más frecuencia.

En el vestuario de los Raptors, a Calderón siempre le queda el recurso de acudir a Charlie Villanueva, de origen dominicano, para la traducción de inglés a español. Con el brasileño Araujo también puede encontrar una lengua franca con la que solventar situaciones embarazosas. De todos modos, Calderón cuenta con la ayuda y el respeto de sus compañeros y del resto de personal del equipo. Resulta muy significativo el hecho de que, a los pocos días de llegar, los trabajadores de los Raptors ya se dirigían a él por su nombre de pila.

Dura preparación

El día empieza pronto para Calderón. El jugador extremeño comienza su sesión de ejercicios a las nueve de la mañana, pero antes ha tenido que desayunar y coger el coche para desplazarse al pabellón. Aunque su casa no está muy lejos del Air Canada Center, se hace necesario el vehículo para hacer un recorrido de diez o quince minutos. Calderón se emplea en el gimnasio desde las nueve hasta las diez de la mañana, sin seguir ningún plan específico de ejercicio. Hacia las diez se une al resto de la plantilla en una cancha auxiliar dentro del propio pabellón, donde Sam Mitchell dirige el entrenamiento hasta las doce y media. Tras finalizar con sesiones de tiro, Calderón acude a la sauna o a sesión de masaje para compensar el desgaste físico. Cuando abandona el estadio, hacia las dos de la tarde, ya ha comido junto con el resto de los jugadores en un restaurante del Air Canada Center. Los Raptors proponen comidas en grupo para fomentar el compañerismo y, a la misma vez, para que todos los jugadores sigan una dieta equilibrada (carne, pescado, pasta).

Cuando toca partido Calderón apenas tiene tiempo para estar en casa, ya que tiene que volver al estadio sobre las cuatro de la tarde. Los Raptors juegan a las siete de la tarde, y el de Villanueva de la Serena está llamado a reunirse con el equipo tres horas antes del inicio del juego. Si tiene la tarde libre, su plan favorito es salir a pasear con Ana y con Inés por el centro de la ciudad. También suelen coger el coche para explorar otras zonas. "Nos gusta sobre todo visitar barrios étnicos y conocer la comida tradicional", comenta Jose. Los tres españoles han encontrado en Ray Wong, el fisioterapeuta de los Raptors, un excelente guía culinario. A los pocos días de llegar, Wong los llevó a cenar a uno de los mejores restaurantes italianos de Toronto y, según cuenta Calderón, esta semana que entra tienen previsto visitar un restaurante jamaicano. También han visitado Chinatown, un gigantesco barrio en torno a la calle Spadina en el que hasta los letreros de los bancos están en chino. Uno de los detalles que más ha llamado la atención al joven extremeño es que "la comida china de aquí no tiene nada que ver con la que hay en España".