El alumno más aventajado del fútbol sala extremeño sigue rompiendo barreras. Juan Carlos Sánchez Colchón (Almendralejo, 1989), Juanqui , acaba de instalarse en el escalón de grandes estrellas de la Liga Nacional. A sus 26 años, en plena madurez futbolística, cumple su sexta temporada en Primera y es el máximo realizador del campeonato con 14 goles. Este pivote espigado y fuerte como una roca, que hace unos años se dedicaba a la carpintería de aluminio, decidió un día apostarlo todo por su pasión. Marchó a Cáceres para probar fortuna y, pese a atravesar un laberinto de circunstancias adversas, ha logrado estabilizarse en la élite. Su juego y sus goles lo han puesto en boca de equipos como el Barcelona o el Pozo de Murcia. Cumple su quinta temporada en el Peñíscola, donde es más que un futbolista y donde echa raíces con su pareja y un nuevo negocio. Sus números están en la mesa del seleccionador José Venancio López, el hombre que tiene la llave para hacer realidad su gran sueño: jugar con la selección española.

--¿Qué se siente al verse como máximo goleador de la Liga Nacional de Fútbol Sala?

--Imagínate. Muy feliz. Estoy contento por el trabajo que estoy realizando y, sobre todo, por cómo se porta este club Peñíscola conmigo. El año pasado decidieron renovarme dos años más, pese a las ofertas importantes que tenía. Trato de devolverles esa apuesta.

--Catorce goles y un pichichi que llama a la selección. ¿Lo ve factible?

--Sería un sueño. Algo grandioso, aunque no es fácil. Hay que seguir trabajando igual y ojalá pueda cumplir ese sueño que un día soñó la persona más importante para mí como es mi madre. Un día me llamó y me dijo que había soñado que jugaba en la selección. Espero que se haga realidad.

--¿Es ella la persona que ha marcado su motivación?

--Sin duda. Mis padres han sido fundamentales. Mi padre ha jugado al fútbol sala y sabe de qué va esto. Mi madre me ha inculcado los valores necesarios para que lo afronte como un reto. Antes de empezar, yo trabajaba en una carpintería de aluminio hasta que me salió la oferta del Forma Cáceres. Tuve que decidir si irme cobrando mucho menos o quedarme en Almendralejo. Ella me empujó. Probé, arriesgué y me salió bien.

--Entonces, ¿se puede llegar lejos a pesar de no haber una gran cantera?

--Hombre, el camino que yo emprendí fue complicado. Ahora, con 14 años, un niño puede hacer cualquier deporte. Antes no. O jugabas a fútbol o a fútbol. No había escuelas especializadas en fútbol sala como ahora. Yo tuve la suerte de que Marcelo Magallanes se fijó en mí en un campeonato de España y, aunque en Cáceres lo pasé mal, fue mi trampolín.

--¿Por qué lo pasó mal?

--No cobrábamos y encima no estaba a mi nivel. En aquella etapa pesaba 110 kilos. Ahora, por ejemplo, peso 85. Decidí que había que tomárselo en serio.

--Su temporada no pasa desapercibida para nadie. ¿Qué hay de los rumores que lo vinculan a equipos como el Barcelona o el Pozo Murcia?

--Esto suele pasar. No ha habido contactos personales. Es posible que los haya habido con mi representante, pero yo tengo dos años en Peñíscola y no se me pasa por la cabeza negociar con ningún club. Ellos lo han dado todo por mí y no les voy a fallar.

--¿Es verdad que en Peñíscola es un ídolo, casi más famoso que en Almendralejo?

--(risas) La verdad es que se han portado genial. Tengo un trato excelente con todo el mundo, incluso una gran relación con el alcalde. Por eso decidí montar también un pub aquí para cuando se acabe la etapa del fútbol sala. Mi pareja es de aquí y mi hermano Manuel es el encargado ahora del negocio. En Peñíscola, si tu das cariño a la gente, ellos lo devuelven rápido.

--¿Y se puede vivir solo del fútbol sala?

--A este nivel, sí. No es para tirar cohetes, pero puedes vivir bien. Yo tengo la suerte de tener un buen sueldo y todo pagado: comida, piso, agua y luz. Y el club es ideal. No hay ni un solo retraso en los pagos. Lo del pub es una inversión a largo plazo.

--¿Le da tiempo a ver qué hacen los amigos de Distribuciones Cisneros de Almendralejo?

--Claro que sí. En fútbol sala lo sigo todo. Me encanta saber lo que ocurre en mi tierra.