No puedo decir de él que le conozca en profundidad. Es más, hemos hablado en contadas ocasiones, la última después de que el protagonista volviera, en fechas navideñas, del encuentro en Inglaterra con Rafa Benítez. Como alumno aventajado del periodismo menos notorio, sí he seguido sus pasos. Conclusión: siempre he tenido buen concepto de él: en cada comparecencia ha destilado humildad y prudencia. Y eso es mucho.

Me refiero a Juan García, entrenador del Don Benito. No por su condición de extremeño puedo engordar mi juicio sobre él. Antes al contrario, si acaso. Sí puedo decir que me alegro especialmente de su éxito, primero por ser campeón del grupo XIV de Tercera y segundo por su buen resultado del sábado en Salamanca (0-0), que le confiere a él y al club que ha confiado en su trabajo muy buenas posibilidades de alcanzar el ascenso a la Segunda División B.

Juan García, que ha entrenado al Badajoz juvenil, al UD Badajoz, al Santa Isabel, al Sanvicenteño, al Valdecalzada, al Olivenza y al Pueblonuevo (todos ellos proyectos de perfil bajo, con todos mis respetos y entiéndaseme) antes de llegar al Don Benito, está cumpliendo con creces lo que se le ha pedido. ¿Que tiene buenos futbolistas? Pues sí, pero no estaba claro que buen equipo. Recuerdo cuando el Cacereño venció en el Vicente Sanz (el único que lo ha hecho) que Juan García fue todo un caballero. Sin perder la sonrisa ni el señorío, reconoció la superioridad de su rival e hizo un llamamiento al trabajo. Y punto. El sábado casi noquea al Unionistas, equipo superprofesionalizado.

En el fondo de todo subyace una idea, esta sí, muy regionalista por mi parte: en Extremadura hay magníficos entrenadores. No hay que ser excluyentes porque los de aquí saben hacer las cosas. Recuerdo otro caso: el de José María Rebollo en el Cacereño. Y el tiempo me da la razón.