Dónde vas, Juan? ¿A qué nube te has subido para perseguir estrellas, seguramente buscando un asiento de tribuna (mal hecho, porque te mereces la primera fila del palco presidencial) desde el que contemplar tanto partido de tanto deporte que tú solo has hecho posible que se juegue?

Ha sido una vida entera, la tuya Juan, que yo he visto desde la mía, dedicada a un trabajo que era una vocación, a una ilusión que era una tarea, a una pasión que era una permanente vivencia, a todo lo que has dado por aquello en lo que has creído y por cómo lo has dado: con grandeza, con entrega, sin reservas y sobre todo con un inmenso amor que nacía de lo más profundo de tus creencias y tus convicciones. De las que ya no quedan y no precisamente por cúales eran, sino por cómo eran.

El Deporte, Juan, ha sido tu vida. Pero no el deporte con apellidos tales como deporte-espectáculo, deporte-práctica, deporte-rendimiento o deporte-política. Que hoy, tal y como están las cosas, nadie sabe de qué se habla cuando se dice deporte. Lo tuyo ha sido el Deporte con mayúsculas, el verdadero, el que definía el profesor Cagigal diciendo que era buscar la educación integral del individuo por medio del ejercicio físico y la competición.

Para que ese concepto de Deporte llegase a todos los cacereños te pateaste la provincia, llegaste a todos los rincones. Delegaciones locales, las pistas polideportivas, los primeros pabellones cubiertos, los cursos de monitores y promotores deportivos, las actividades, las competiciones... ¡Cuántas cosas! ¡Cuántos años!... Han sido muchos los buenos ratos y también muchos los berrinches, las discusiones. ¿Cómo no vamos a reirnos y a discutir por partes casi iguales en tanto tiempo?

Y ahora te vas. Desde esa nube a la que te has subido no dejes de vigilarnos y pídele a quien esté contigo y tenga influencia en las cosas de aquí que tu concepto del Deporte, el que tú me enseñaste, que no se muera, que haya siempre alguien que crea en él, porque creyendo y viviendo así el Deporte habrá diversión, compañerismo, ilusión, amistad, desinterés, esfuerzo, superación y tantas cosas más que yo aprendí a vivir y en las que aprendía a creer porque tú me las enseñaste. Que eso siga vivo, Juan, sigue peleando por ello, que mientras sea así nos seguirás ayudando, como siempre, a ser cada día un poco mejores.