A Juan Carlos Núñez Núñez, futbolísticamente ‘Juanqui’ (Cáceres, 4 de abril de 1987) le seducía la idea de permanecer en el club en el que jugó, mucho tiempo atrás, «de infantiles a juveniles». Y todo ello, pese a que el pasado año apenas disfrutara en el Cacereño, al que había vuelto tras un periplo que le había llevado a militar en Amanecer, Extremadura B («debuté en la Segunda B con Alcázar», recuerda), Cerro, Jerez, Arroyo, Coria y de nuevo Amanecer antes de retornar a su casa.

«Quería quedarme porque creo que podía hacerlo bien y ser útil», dice rotundo el centrocampista verde. Tenía una cuenta pendiente, pero más que nada con él mismo, a modo de autoconvencimiento. «Estuve en tres partidos en los que demostré que podía jugar, pero no era cuestión de estar cabreado; es que el equipo lo estaba haciendo casi perfecto», asume, pese a que él se sentía «capacitado para jugar bastante más», asegura.

«Yo lo que hice fue entrenar bien y no bajar los brazos. No podía poner más de mi parte», apunta a modo de reflejar ese orgullo propio.

Y la apuesta le está saliendo especialmente bien: de momento ha jugado todos los minutos posibles en los seis encuentros ligueros del CPC. «Me hacía ilusión seguir en el equipo de mi ciudad y luchar por participar más», subraya. Dicho y hecho. Su particular hoja de ruta se está cumpliendo, incluso mejor de lo que él lo hubiera planteado.

En el Cacereño actual tiene de compañero de puesto, como pareja en el medio centro, a Elías Molina, ahora lesionado, que es para él un espejo en el que mirarse. «Entrena como un chaval de 18 años, es un ejemplo tanto dentro como fuera del terreno de juego», analiza este futbolista que asume que los fichajes llegados desde el Avilés «han aumentado el nivel de la plantilla. Todo lo que sea que vengan más jugadores que ayuden mejor, ¿Competencia? Al final termina jugando el que mejor esté», analiza en positivo.

En McDonalds

Juanqui trabaja en un establecimiento de la cadena de alimentación rápida McDonalds, lo cual le sirve como complemento económico a lo que percibe en el Cacereño. «A veces es muy cansado y difícil porque hay que estar pendiente de turnos y de jugar o entrenar e ir a trabajar después...», cuenta, agradecido también porque sus compañeros le ayudan.

Evidentemente no es un profesional del fútbol, por lo que tiene que pensar en su porvenir. Juanqui ha estudiado un ciclo formativo de administración y finanzas en el Ágora y a ello espera dedicarse en el futuro, como es lógico.

De momento, Juanqui disfruta con el balón y espera que el club de su corazón «al menos pelee» por estar en lo más alto. Y, además, con él de protagonista, aunque no parece alguien con ego, desde luego.