"Tengo una sensación especial, una especie de gusanillo en el cuerpo", decía ayer Fernando Alonso en el circuito de Interlagos donde el domingo debería proclamarse campeón del mundo de F-1 por segundo año consecutivo. Está a un paso de su segunda corona, un punto que podría considerarse de trámite si el rival no fuera alguien llamado Michael Schumacher que insiste en decir que la lucha por el título de pilotos "está acabada".

Nadie se cree a Schumacher. La lluvia que cae incesantemente sobre Sao Paulo no hace sino aportar más incertidumbre, igual que el pronóstico meteorológico para el domingo (19.00, hora española). Un punto en el caso de que Schumacher gane. Esa es la ecuación a la que Alonso no ha parado de dar vueltas. "Es una posición soñada", dice el piloto. En efecto, no existe ninguna combinación más favorable para luchar por el título en la última carrera. "Me he imaginado tanto la situación en la que gano el título como en la que lo pierdo", desveló, pero "en el 99% de las ocasiones fueron pensamientos favorables". Así lo piensa Schumacher. "Estoy aquí para ganar el título de constructores. No estoy pensando en mí", insistió.

Despedida digna

Brasil es su última carrera y quiere despedirse con un título, el de constructores mirando de reojo la posibilidad --una contra 63-- de alcanzar el de pilotos. "Quiero hacer una buena carrera y ganar. Tenemos que intentar acabar en las dos primeras plazas y esperar a ver lo que hacen los demás", remarcó .

Alonso, en cambio, no piensa mucho en el título de constructores. "Para las marcas, y en publicidad, el campeonato de constructores es importante, pero es que nadie recuerda quien lo ganó hace diez años".