La costumbre de Ronaldo de entrar siempre al campo con el pie derecho o la de Fernando Hierro de santiguarse cuando marca son ejemplos de que el fútbol se ha convertido en un compendio de supersticiones, con signos, letanías y rituales encaminados a conseguir la victoria.

Un reportaje aparecido en el último número de la revista de la Federación Española de Fútbol (RFEF) describe cómo casi todos los jugadores creen que el resultado de un encuentro puede variar si no repiten partido a partido un determinado orden al vestirse y salir al campo, o si no celebran los goles de la misma forma.

Algunas supersticiones son compartidas por muchos futbolistas, como colocarse siempre en el mismo lugar cuando posan para los fotógrafos o entrar en el césped con el pie derecho, un rito que tiene entre sus seguidores a Ronaldo, Roberto Carlos, Dely Valdés, Iván De la Peña, Movilla o Sergi.

A LA PATA COJA

El brasileño del Olympique de Lyon, Sonny Anderson, exjugador del Barcelona, tiene su propia versión de este último ritual: entrar al campo a la pata coja, siempre con la derecha. Los brasileños se caracterizan por tener unas curiosas costumbres. Mientras algunos dejan velas en el vestuario, otros colocan a sus santas sobre un trozo de mármol.

En el terreno religioso, la costumbre de santiguarse es llevada a cabo por la mayoría de los futbolistas, como Luis Enrique, Hierro y Alfonso entre los españoles, ya sea después de tocar el césped al salir al campo, o tras marcar un gol.

Los jugadores también eligen con especial cuidado el color de sus botas, y así, Alfonso y Amato juegan con blancas, Morientes, Karpin y Dani las usan rojas, las de Ronaldo son plateadas y las del rumano del Atlético Contra amarillas.

Pero son, sin duda, los porteros los más supersticiosos, y escogen cuidadosamente el color de su indumentaria, como hacía Molina con el amarillo en el Atlético de Madrid, siguiendo su teoría de que "el delantero, al ver ese color chillón de reojo, tiende a tirar a la diana". Zubizarreta, tras la poca suerte que le daban el rosa o el rojo, acabó de verde.