El Plasencia tiene hoy su última oportunidad para aferrarse a la segunda categoría del baloncesto español en el pabellón La Guía de Gijón (21.00 horas), aunque para ello no depende de sí mismo. El Aguas de Calpe, su rival para evitar el descenso directo a LEB-2, recibe a La Palma en tierras alicantinas, pero los canarios no se juegan nada más que su propio honor.

El Plasencia-Galco se juega todas sus opciones a una carta, pues necesita ganar al Gijón y que el Aguas de Calpe pierda en su propia pista ante La Palma. De no ser así, el equipo jerteño jugaría la próxima temporada en la Liga LEB-2.

Los placentinos viajaron ayer por carretera hasta tierras asturianas, aunque no tomarán contacto con el escenario del partido hasta esta misma mañana, ya que Iván Déniz ha dispuesto una ligera sesión para media mañana. La expedición viajó con su equipo al completo y la duda de Monroe, que ha estado apartado de los entrenamientos de la semana por una sobrecarga muscular, aunque se espera que Iván Déniz pueda finalmente contar con su concurso.

SIN APOYO Las escasas opciones de salvar el match ball han hecho mella en el ímpetu de la afición placentina, que finalmente no realizará el viaje para ir exclusivamente al partido y volver tras el mismo. Este quedó suspendido por la falta de seguidores para completar un autobús.

Por tanto, todo parece más centrado en el partido de Calpe que en el Gijón-Plasencia, siempre pasando por un triunfo extremeño. Las suspicacias se han disparado durante la semana en torno al equipo de La Palma, pero su técnico, Rafa Sanz, ha declarado que su equipo "es profesional e iremos a jugárnosla, aún a sabiendas de la sobremotivación del Aguas de Calpe". Sanz apostilló que "ésto es duro, pero la liga dura 34 jornadas".