Mérida - 0: Garavano; Samir, Jesule, Molina, Jose Mari (Troyano, min.67); Chus Bravo, Xavi Moro (Machicado, min. 87), Jandro, Víctor Bravo; Sabino y Magallanes (Ismael, min. 75).

Ciudad Atlético de Lorquí - 0: Zapata; Dani, Mikel Méndez, Joaquín, Alcántara; Aitor; Hugo (Guille Roldán, min 67), Rodellar (Carlos Pérez, min. 87), Félix, Ortega; Edu Espada (Juan Carlos, min. 75).

Arbitro: Burillo Naranjo (del comité castellano-manchego). Bien. Expulsó por doble amonestación al murciano Ortega (91´). Además, amonestó a Mikel Méndez, Rodellar y Joaquín y a Magallanes y Jandro.

Incidencias: Alrededor de 1.800 espectadores en el estadio Romano. Césped en malísimas condiciones. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de un exjugador del Mérida Industrial, López Garzón.

El Mérida dio un paso para atrás respecto al juego fluido exhibido en las últimas jornadas, principalmente por dos motivos. El primero porque a Víctor Bravo, acostumbrado a moverse entre líneas, lo encajonaron en la banda izquierda, relegando así a un punzante Ismael al banquillo. A menor profundidad, menos juego. El segundo, y tal vez el principal, porque el Ciudad de Lorquí es un conjunto típico del grupo IV y no del II. No tienen nada que ver los murcianos con los equipos madrileños y canarios que conforman el grupo. Como Sangonera, Cartagena o Murcia B, el Lorquí es un equipo con una mayor carga de trabajo táctico, característica propia de los equipos andaluces.

De ahí que el partido que el Mérida protagonizó ayer recordará a otros tiempos, más propios de cuando el cuadro emeritense pululaba por el otro grupo: mucho centrocampismo, más aburrimiento del deseado y pocas ocasiones de gol. Algo tuvo que ver el penoso estado del terreno de juego, más propio de los equipos modestísimos de Tercera que de equipos que aspiran a saltar de categoría. El barro que cubría el césped no favoreció ni las intenciones de uno ni el juego de otro.

Aún así, ambos conjuntos tuvieron sus oportunidades. Y sus tiempos. Aunque la primera mitad se caracterizó por la igualdad, el equipo de Bianchi fue por milímetros superior al Mérida. Ya en el segundo cincuenta de partido, Félix se plantó solo ante Garavano sin acertar con la definición. No hubo más ocasiones claras, pero la presencia murciana en el campo era mayor que la emeritense.

Sabino, desesperado por los balones aéreos que les enviaban sus compañeros, tuvo que pegar cuatro gritos para devolverle la cordura al Mérida, que con Víctor Bravo escorado a la izquierda no era protagonista de nada. A cambio, Chus Bravo y Xavi Moro contuvieron a la perfección cualquier ataque lorquiano.

SIN CAMBIOS La segunda parte se antojó idéntica, aunque esta vez fueron los emeritenses los que estuvieron un milímetro por encima. Algo que se reflejó en los acercamientos al área. Magallanes falló un cabezazo en la misma línea de gol tras un preciso centro de Jandro, que se marcó una jugada de sobresaliente, y Sabino un mano a mano cuando el encuentro ya moría.

También los murcianos tuvieron las suyas, sobre todo la última, cuando Aitor envió una falta a lamer el palo cuando ya el colegiado señalaba el final del partido. Pero por lo expuesto por unos y otros, el empate fue lo más justo. Ninguno mereció ganar, porque no arriesgó lo suficiente para merecerlo; pero ninguno mereció perder, por su afán en cumplir los propósitos tácticos de sus técnicos. Así es el fútbol en muchas ocasiones.