40 puntos, 9 rebotes, 2 tapones y 47 de valoración. Cuesta imaginar un debut mejor en una competición como el que firmó el pasado sábado Kourtney Brown, la pívot del Femenino Cáceres. El destrozo que le hizo al Aros León ha quedado como la mejor actuación individual en la LF-2 de baloncesto, pero detrás de esos números salvajes se esconde una chica risueña a más no poder y con una formación académica impresionante.

Brown, de 23 años y 1,83 de estatura, no es la clásica americana que arranca unos dólares metiendo canastas en un sitio y en otro. Para empezar, maneja el español con cierta soltura, producto de haberlo estudiado durante siete años ("lo entiendo mejor que lo hablo"), y posee un alto nivel cultural. Ella, que nunca había pisado Europa hasta este verano, aceptó el reto de Cáceres para vivir una experiencia vital, global, que la completase.

"Quería venir aquí, ver cómo era esto, la gente. Para mí es como un sueño estar viviéndolo y además poder jugar al baloncesto, que es lo que más me gusta en el mundo", cuenta con una sonrisa gigantesca que parece no abandonar nunca. Nada que ver con la falta de piedad que tuvo con las rivales del Aros. Pero es que en la cancha se transforma con un estilo muy agresivo, ingenioso y de mucha velocidad para ser una interior. "No esperaba jugar así. No creo que la liga sea baja para mi nivel. Mis compañeras me ayudaron mucho para hacer esos números. Sin ellas hubiera sido imposible. Vamos a intentar seguir así juntas y ganar muchos partidos", explica.

Máxima responsabilidad

Nació en Solon, una localidad de Ohio cercana a Cleveland que tiene tres veces menos habitantes que Cáceres, unos 23.000. "Me gustan los sitios pequeños. Aquí estoy muy bien. Disfruto con todo lo que estoy aprendiendo, de las costumbres, de la comida, de las personas que estoy conociendo y me ayudan", agrega. A la redacción de EL PERIODICO EXTREMADURA ha llegado acompañada de Alberto Sáez, el ayudante del técnico del Femenino Cáceres, Juan Pedro Buigas.

A Kourtney ("se escribe con K, no con C. Cosas de mi familia") lo que más le ha sorprendido de España es "la pausa que se hace a mediodía, con la comida y dormir un rato. En Estados Unidos no paramos en todo el día y cenamos a las cinco de la tarde. Aquí la cena es a las nueve o a las diez. Es raro, pero me gusta".

Su estación anterior fue en la Universidad de Buffalo (estado de Nueva York), donde, tras superar una grave lesión que la tuvo apartada de las pistas un año, batió todos los récords de su sección de baloncesto (puntos, rebotes, tapones...) y al mismo tiempo completó una doble licenciatura en ingeniería informática. "Se me dan bien los ordenadores, pero ahora quiero estar centrada en el baloncesto, ver dónde puedo llegar", reconoce.

El basket español es, según Brown, "más técnico, basado más en los fundamentos" que el universitario, donde "lo más importante es el físico, chocar". ¿Y el futuro? Ya se verá. Le gustaría jugar "al menos un partido" en la versión femenina de la NBA, la WNBA. "Tengo tiempo para intentarlo. Este verano me quedé cerca tras probar en Tulsa", apostilla.