Uno detrás de otro, los nombres de una generación irrepetible caen irremediablemente. Steven Gerrard trabaja en la academia del Liverpool. Paul Scholes y Rio Ferdinand comentan los partidos en televisión. Ryan Giggs espera una primera oportunidad en un banquillo y John Terry no sale de él, en Stamford Bridge, dónde raramente tiene minutos. Las leyendas que gobernaron la Premier League a principios de siglo se han apagado y los nostálgicos viven del recuerdo del gran Wayne Rooney, mientras observan su actual representación desplazarse lentamente sobre el césped de Old Trafford. El último en despedirse oficialmente ha sido Frank Lampard, 'Mr Consistency'. Un hombre gol que jugaba en el centro del campo.

Lampard se ha marchado a distancia tras un periplo pseudocompetitivo en Nueva York, pero su momento mágico, un adiós con lágrimas en los ojos, nos lo ofreció en septiembre de 2014. Manuel Pellegrini solía utilizarlo en los últimos minutos. Siempre había que mirar dos veces, parecía fuera de lugar, ver a Frankie con un azul diferente, tan celeste. El City perdía en casa contra el Chelsea y Lampard salió en el minuto 77. Todos le aplaudieron, locales y visitantes. Unos minutos después apareció de la nada, fuera de cámara, como toda la vida, llegando al área sin anunciarse pero sin ser una sorpresa. Recibió un balón de James Milner y remató de volea, medio cayéndose, al fondo de la red.

211 GOLES CON EL CHELSEA

Un gol al Chelsea, dónde pasó 9 años. El club al que más quiso, con el que marcó más goles (211, récord de la entidad). Quizás la mayor contribución al fútbol inglés de Claudio Ranieri, antes del milagro de Leicester, fue fichar a Lampard. Después vendría José Mourinho, se colaría en las duchas de los vestuarios y le diría: "Frank, eres el mejor del mundo. Te lo tienes que creer". Llegaron tres Premier League, cuatro FA Cup y una Champions League. Podio del Balón de Oro 2005 que ganó Ronaldinho, marcó su mejor gol en el Camp Nou, una vaselina imposible, sin ángulo, que coló por encima de Víctor Valdés.

Silbó el árbitro y Lampard se comportó cual 'gentleman'. Aplaudió primero a sus fans 'citizens', por respeto, y después se fue a la grada del Chelsea donde pidió perdón, derramó varias lágrimas y fue ovacionado. Ese gol a regañadientes en el Etihad Stadium sirve de resumen y epitafio a una carrera emocionalmente complicada.

EL TÍO REDKNAPP

En una familia que respira fútbol, su padre jugó más de 500 partidos con la camiseta del West Ham y su tío, Harry Redknapp,entrenaba a los 'hammers' en los años 90. Frank Lampard fue a uno de los mejores colegios del país, Brentwood School (Essex), y se le acredita como uno de los futbolistas más inteligentes de los últimos tiempos. En el West Ham, su club de origen, no lo tuvo fácil. Con 17 años le cedieron al Swansea (cuarta división) y conducía las cuatro horas de viaje recién aprobado el carnet.

Volvió a West Ham y su tío Harry le puso. Había dudas. Algunos celos. El padre de un jugador de la academia, dos años mayor que Frank, insinuó en un evento público que solo jugaba porque era familiar del entrenador. Que Matt Holland y Scott Canham, otros jóvenes, eran infinitamente mejores. El vídeo puede encontrarse fácilmente. Redknapp alzó la voz: "Te lo digo ahora. Lampard será un jugador Top. No podría estar más convencido. Lo tiene todo".

Holland y Canham se retiraron hace unos años tras carreras discretas en Segunda y Tercera División. Lampard, la leyenda, lo hace ahora, a los 38 años, prometiendo que no nos abandonará del todo y se convertirá en un entrenador de élite.