Hay quien dice, como el propio entrenador del Cáceres, que se trata de la mejor LEB Oro de los últimos años. No puede negarse algo: es la más numerosa. Recupera los 18 componentes, lo que le llevará a un intenso calendario de 34 jornadas. El campeón sube directamente a la Liga Endesa y la otra plaza se decide en los playoffs del segundo al noveno.

Pero... la última frase queda rara, ¿no? En los últimos cinco años, solo dos equipos salidos de la LEB se han colado en la élite: el Iberostar Canarias (2011-12) y el River Andorra (2013-14). Las exigentes condiciones de la ACB han tumbado a Burgos (tres veces), Melilla, Menorca, Ourense, Alicante y al propio Palencia.

¿Tiene sentido una competición en la que el premio raramente puede canjearse? Ciudades intermedias como Cáceres también quieren tener baloncesto profesional tras un pasado glorioso. En ese mismo saco estarían Lleida y Ourense, por ejemplo.

En realidad, aspirantes al ascenso hay muy pocos, vistas las actuales circunstancias. Palencia, Melilla, Breogán, el nuevo Burgos... buscan de forma evidente estar arriba, lo mismo que un Palma Air Europa que ha vuelto a tirar de talonario. Situación especial es la del Retabet Gipuzkoa, que renunció a permanecer en la Liga Endesa para sanearse económicamente, y también puede considerarse favorito con jugadores como el exverdinegro Slezas.

Otros clubs se han convertido en plataformas para jugadores en desarrollo, como Oviedo, Coruña o Huesca, cuando no directamente filiales, casos del Prat Joventut y el Barcelona B. No faltan tampoco los debutantes con sus obligadas dosis de ilusión (Marín y Araberri). H