La neozelandesa Laurel Hubbard, de 39 años, partirá como una de las favoritas para ganar la medalla de oro en la categoría superpesados (más de 90 kilos) en el Mundial que se está celebrando en Anaheim (California), como máxima rival de una de las estrellas estadounidenses de la modalidad, la medallista de bronce olímpica en Río 2016, Sarah Robles.

Hasta aquí, todo absolutamente normal. Lo que da categoría de especial a esta noticia es que Hubbard, con el nombre de Gavin, era un hombre hasta que hace cuatro años inicio su proceso de cambio de sexo. Como hombre, no destacaba en el arte de la halterofilia; como mujer, desde que debutó el pasado mes de marzo en Austalia, ha ganado las tres pruebas que ha disputado y se ganó una plaza para el Mundial. Su compatriota Tracey Lambrechs ha tenido que adelgazar 17 kilos para entrar en la categoría de menos de 90 kilos y tener opciones de acudir a la cita mundialista, ya que la plaza superior ya estaba copada por Hubbard.

Un padre homófobo

El padre de la levantadora de pesos, Dick Hubbard, había sido el alcalde de la principal ciudad de Nueva Zelanda, Auckland, y es un magnate de la comercialización de cereales. Durante su vida pública se hizo famoso por sus ideas homófobas: estaba en contra del matrimonio homosexual y de que los gays pudieran educar a sus hijos biológicos.

Su hija (antes hijo) ha abierto ahora otra polémica con su presencia, con todo el derecho del mundo, en el Mundial de Anaheim, donde tiene serias opciones de medallas dada la ausencia de nueve países que no pueden competir por haber tenidos muchos casos positivos de dopaje en su selección. Hubbard cumple con las condiciones exigidas por el Comité Olímpico Internacional (COI) en el caso de deportistas transexuales, asumidas también por la Federación Internacional de Halterofilia (IWF). La regulación habla de que estos atletas deben registrar desde un año antes de la competición, y hasta el final de su carrera, unos niveles de testosterona inferiores a los 10 nanomoles por litro.

Reacciones negativas

"No quiero decir nada negativo, pero en mi humilde opinión esto no es justo", aseguró de la presencia de Hubbard en el Mundial Tim Swords, entrenador de Sarah Robles. La compatriota de la levantadora transexual, Tracey Lambrechs, también ha mostrado reparos porque cree que Hubbard juega con ventaja por su pasado masculino: "Espero que analicen de nuevo la situación y tomen una decisión más ajustada". También el director ejecutivo de la federacion australiana, Michael Keelan, ha mostrado reparos: "No creo que todas compitan en pie de igualdad. Es mi opinión personal y creo que es compartida por un montón de gente en nuestro deporte".

"Las reglas son las reglas, y es dentro de ellas que tenemos que movernos. Si estas reglas son o no justas no somos nosotros quienes tenemos que decidirlo", asegura Ursula Garza Papandrea, presidenta de la comisión de mujeres de la IWF. Quizá estas reglas se moverán pronto: el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) debe pronunciarse sobre nuevas investigaciones científicas referentes a los altos niveles de testosterona registrados en atletas femeninas, cosa que podría obligar a replantear el umbral de los 10 nanomoles por litro.