Una tuerca, otra vez una tuerca, de nuevo Budapest, como hace tres años. Fernando Alonso lideraba el GP de Hungría cuando entró a cambiar neumáticos, pero la rueda delantera derecha se fue por el aire tras su retorno a la pista. Ese contratiempo --además de costarle a Renault una sanción por una carrera, el GP de Europa en Valencia-- le privó de formar parte de una foto de los tres campeones del mundo en el podio, constatación que la F-1 ha recuperado el pulso de su historia tras el rocambolesco inicio que aún mantiene a Button líder. El inglés solo pudo ser séptimo, muy alejado del triunfo de Hamilton, de la segunda plaza de Raikkonen, del tercer lugar de Webber, ahora a solo 18,5 puntos del líder. Han vuelto McLaren, Ferrari y Renault, y lo han hecho para quedarse. También ha llegado para seguir Jaime Alguersuari, el debutante más joven de la historia que acabó la carrera por delante de su compañero de equipo, Sebastien Buemi.

McLAREN Y FERRARI RESURGEN Hace ya unos meses que el chorro de dinero se secó en la sede Brawn GP, en Brackley. No hay dinero para evolucionar los coches, no hay más cambios en el reglamente donde buscar rendijas. Red Bull fue el primero en llegar a la altura de los coches blancos, de superarlos. También han llegado ya los grandes y esos no van a aflojar. Hungría ha visto el primer triunfo de un coche equipado con KERS, el McLaren de Lewis Hamilton, secundado por el Ferrari de Raikkonen, la otra escudería que aún mantiene el invento. La potencia extra ayudó al inglés a progresar en la salida desde la cuarta posición de la parrilla a la tercera, y al finlandés, de la séptima a la cuarta, no sin tocarse entre ellos y también a Sebastian Vettel que cayó de la segunda a la séptima.

Ajeno a lo que se cocía por detrás, Alonso cuajó una gran arrancada y mantuvo el liderato. Tenía que completar su primer relevo a ritmo de crono para luchar por el triunfo, aumentar al máximo el hueco ante su temprana parada. En cinco vueltas había tomado tres segundos a Mark Webber pero, en ese momento, la bomba de la gasolina comenzó a fallar. "Tenía que estar haciendo cambios continuos en el volante", desveló el bicampeón, para cambiar los mapas del encendido y tratar de engañar a la electrónica del coche.

El problema le hizo adelantar su parada de la vuelta 13 a la 11. Y en el pit se acabó todo. El encargado de dar la orden a Alonso de salir levantó la piruleta antes de que el mecánico de la rueda delantera derecha, muy retrasado, encajara la tuerca y el tapacubos. "Nada más salir, me di cuenta de que vibraba mucho la rueda delantera derecha", recordó el asturiano. En la primera curva a derechas, la rueda saltó por el aire. Regresó en tres ruedas al box , encajó de nuevo otra rueda, pero "al final decidimos que abandonara ya que con los problemas en la bomba de gasolina iba a tener que parar más".

Hamilton confirmó que su tercera posición no se debía solo a su salida con el KERS. En la segunda vuelta rebasó a Mark Webber --ya es difícil adelantar en Hungaroring-- y se aproximó a Alonso, hasta que el español se detuvo en boxes y abandonó, y después marcó un ritmo imposible de seguir para Webber. "Es increíble volver a sentir la sensación del triunfo tras unos meses tan duros --reconoció el último campeón del mundo-- pero es mérito de los chicos del equipo y de la fábrica que han trabajado duro todo este tiempo sin desmoralizarse".

A su triunfo contribuyó que Red Bull no funcionó como se esperaba. Vettel abandonó por una rotura de motor y Raikkonen dio alcance a Webber y le ganó la posición al regreso del primer repostaje. "Estoy un poco sorprendido por el resultado. Fuimos bien el viernes, calificamos, bien, pero en carrera el coche era más lento de lo que esperaba", desveló Webber. El australiano sumó unos puntos de oro que le acercan --a siete carreras del final-- a solo 18,5 de Button, que no mejoró el séptimo lugar de. "Aún es pronto para hablar de luchar por el título", advierte Webber, "Vettel y yo tenemos que seguir trabajando en esta dirección para acercarnos más en la clasificación".