Hace más de 50 años que el legendario Tomás Pérez (un abrazo, caballero) viajaba con el Cacereño en aquella furgoneta sin calefacción que le contaba a Alonso de la Torre (un saludo, maestro), cuando las comunicaciones terrestres (y las otras) eran un poema y viajar a jugar un partido de fútbol era poco menos que un acto heroico y desde luego una aventura.

No hace ni 25 años, cuando fui circunstancialmente delegado del Cacereño, intentando suplir al entrañable Mandés, todavía la situación no era la mejor aunque las comunicaciones ya empezaban a dar síntomas de mejoría.

Pero ha llegado el siglo XXI y, concretamente, esta temporada 2006-07 en la que, durante mis viajes para seguir al Díter, me he dado cuenta de la trascendencia de dos hechos que, aunque parezcan no tener nada que ver, van a contribuir a vertebrar cada vez con más fuerza a nuestra Extremadura. Me refiero a la práctica conclusión de la Autovía Ruta de la Plata y al lanzamiento al ruedo público sin complejos y con el descaro propio de los que sólo tienen cosas que ganar, de Canal Extremadura (en sus dos versiones, la radiada , con su ejemplar carrusel y la televisada, con los encuentros de 2"B y 3 División).

Para conocer los resultados de los extremeños de 2 B teníamos que soportar la colonización cultural de Canal Sur y, en cuanto a la 3, dependías del contacto afortunado con el amigo del cuñado de un directivo. Hoy, Canal Extremadura nos ha acercado esta realidad, y aunque esto pueda parecer irrelevante, no podemos desconocer la trascendencia del fútbol. Aún con estadios vacíos, con aficiones adormecidas, los lunes miles de extremeños de aquí y de fuera consultan la prensa para ver cómo quedó su club. De ahí a vislumbrar la magnitud del efecto de esta aventura hay poco trecho.

En cuanto a la autovía, las distancias ya no son lo que eran. Ir a Plasencia desde Zafra ha dejado de ser aventura (o tortura) para convertirse en paseo por la columna vertebral de la región. Esperemos que otras distancias, las mentales, como consecuencia de estos dos hechos, lleguen, más temprano que tarde, a desaparecer. Y un último mensaje a los aficionados: vengan al fútbol, apoyen al equipo de su localidad (que al Madrid y al Bar§a ya les ayudan bastante...).