Luis necesitó 45 minutos para darse cuenta de que España no podía estar pendiente de un rival de perfil tan bajo como Lituania. Sin embargo, el coste había sido muy alto. En la primera mitad, las excesivas precauciones del seleccionador le habían llevado a blindar el centro del campo y a situar a Raúl como único delantero y único destino de los pases de Xavi. El resultado fue un control engañoso del choque por la escasa pegada que tuvo el equipo. Luis entendió luego que había que ir a por el partido y llegó una revolución con muy poco sentido. España terminó con cinco delanteros y con una sola oportunidad en la falta lanzada por Xavi en el suspiro final. Tampoco la defensa ha asimilado la idea del entrenador. Luis es partidario de jugar con una zaga adelantada, lo que genera riesgos. Los laterales se ven a menudo superados y no hay un jugador con la suficiente personalidad para mandar.