La gira del silbido nacional contra Piqué vivió ayer otro nuevo escenario. Todo empezó en León, continuó después en Oviedo y ayer se repitió en Logroño. Nada más iniciarse el partido, España desplazó el balón hacia el eje de la defensa de Del Bosque. Ahí estaba Piqué aguardando la pelota y, acostumbrado como está al sonido de los silbidos vistiendo la zamarra roja, comprobó que la vida sigue igual. Dio incluso la sensación de que la selección quería probar a su compañero y tardó poco en encontrar la respuesta de la afición española. A los 50 segundos, había tocado cuatro pelotas Piqué. Y había escuchado, por supuesto, cuatro broncas.