Luis Suárez, el goleador del Ajax y de la Eredivision, sacó a Uruguay del barrizal en el que se había metido y la convirtió en la primera selección del Mundial que se clasifica para cuartos de final. La celeste sólo dio impresión de superioridad en el arranque del encuentro, cuando consiguió adelantarse en el marcador gracias a un error en masa de la defensa asiática en el que también colaboró su portero Jung Sung-Ryong. Esa concesión ingenua fue a los pies de Luis Suárez con todo a favor para empujar la pelota sin obstáculo alguno. La ventaja hizo pensar en un camino de rosas para los charrúas, que acudieron a su fútbol de lija para conservar el tesoro regalado.

Tabárez tiene un ejército físico con dos puntas de lujo. Hay mucho perro de presa al servicio de Forlán, que pone la sensatez y guarda el pelotazo en la cuan de sus botas. El técnico creyó que era suficiente inversión para rasgar la moral de los coreanos: fuerza, garra y alguna gota de inspiración en ataque. No contó con el equipo de Huh Jung Moo, que en lugar de ponerse de rodillas inició un progresivo crecimiento en el partido con sus incombustibles y profundos laterales Lee Young-Pyo y Cha Du-Ri. Uruguay sufrió un colapso y Corea del Sur halló el norte combinando, presentándose con largas y sesudas posesiones muy cerca de Muslera, quien ya se había llevado un susto en los primeros minutos cuando Lee Chung-Yong le plantó una falta en el poste derecho.

La jauría de Tabárez sacó la lengua visiblemente agotada y rota, sujetado por los impulsivos centrales Lugano y Victorino, pero hundida en el centro del campo, donde no abundan las lumbreras. Se veía venir y vino caído del cielo un balón que todo el mundo midió mal, sobre todo Muslera, colgado del vació mientras la cabeza de Cho Yong-Hyung conectaba con el balón para empatar.

Muy superiores, los coreanos tuvieron ocasiones para llevarse la victoria, pero a su elegancia en el toque les falta la malicia y sobre todo la clase que sí posee Luis Suárez. El del Ajax sacó de la nada el segundo gol, un disparo en comba precioso que hizo la curva de la felicidad que le ordenó el realizador uruguayo con el interior de su pie derecho. Sin tiempo para reaccionar, los asiáticos inisistieron en forzar la prórroga, pero Luis Suárez no nació en Seúl.