MACCABI TEL AVIV (24+27+22+12): Solomon (9), Burstein (12), Parker (19), Baston (20), Vujcic (16) -equipo inicial-, Sharp (-), Arnold (9), Penney (-), Green (-) y Shason (-).

TAU VITORIA (17+15+16+22): Prigioni (-), Hansen (15), Jacobsen (-), Scola (17), Splitter (2) -equipo inicial-, Erdogan (12), Ukic (8), David (12), Vidal (2) y Drobnjak (2).

Arbitros: Brazauskas (LIT), Koukoulekidis (GRE) y Belosevic (SYM). Sin eliminados.

INCIDENCIAS: Primer partido de la Final a Cuatro de la Euroliga. La mayoría del público era del Maccabi.

El Tau Vitoria, lejos de cobrarse venganza de la derrota sufrida ante el Maccabi Tel Aviv en la última final de la Euroliga, tropezó este año con la misma piedra, aunque esta vez en semifinales, hasta el punto de tirar el partido al descanso, arrollado por un rival una vez más muy superior.

Cumplidos esos primeros veinte minutos de juego, el vigente campeón ya había dejado claro que todavía estaba a otro nivel que su víctima del 2005, al establecer una diferencia de casi veinte puntos (51-32) imposible de remontar por su rival en la segunda mitad.

El Tau, que para más desgracia perdió en el segundo cuarto por lesión al jugador del que más esperaba, el brasileño Tiago Splitter, se vio arrollado por un Maccabi que desplegó todo tipo de recursos para erigirse en claro favorito al que sería su tercer título consecutivo después de mantener un rumbo irregular durante la temporada.

El campeón tomó el mando ya de inicio, con sus pívot como principales bazas ofensivas y una defensa impecable sobre el dúo argentino Pablo Prigioni-Luis Scola que derivó en numerosas pérdidas de balón del conjunto vitoriano. Al final del primer tiempo, el resultado lo decía absolutamente todo: 51-32 para los de Pini Gerson.

La segunda mitad casi sobró. Ese periodo final fue para la fiesta hebrea, para que los cerca de 9.000 aficionados del Maccabi viesen recompensada su fidelidad, para que Sharon Shason también dispusiese de minutos y para que el Tau tomase conciencia de que su sueño europeo está lejos de convertirse en realidad mientras el rey de los dos últimos años se aferre de tal modo al trono.