Mientras hay vida, hay esperanza". Ese fue el mensaje que salió del vestuario del Madrid nada más terminar el partido ante el Athletic. Pese a que las caras de los jugadores indicaban que solo un milagro puede hacer que el Valladolid puntúe en el Camp Nou, una circunstancia que debería ir a acompañada de un triunfo blanco en Málaga, la plantilla se agarró al discurso positivo de Valdano. "Mientras haya un hilo de vida, nos agarraremos a él", apuntó el director general.

La petición de Casillas al alcalde de Madrid de cubrir La Cibeles "por si acaso" y meter el cava en el avión equipo para el viaje a La Rosaleda, responde más a una hipótesis en la que no muchos creen que al convencimiento de que el Barcelona pueda perder la Liga en su campo frente a un rival muy inferior. "Qué voy a decir. Confiamos en el Valladolid", afirmaba un resignado Higuaín. Sergio Ramos ya hablaba de darle la enhorabuena al equipo de Guardiola. "Si ganan la Liga con 99 puntos habrá que felicitarles", dijo el defensa blanco, poco menos que resignado.

Lo cierto es que el Madrid está en manos de Javier Clemente, un técnico que no cuenta con muchos amigos dentro del madridismo. Pese a que su equipo se juega la categoría, nada indica que sea capaz de asaltar el fortín culé . "Le pediré a Villar que pare la Liga ahora que estamos fuera del descenso. Vamos a ver qué narices se me ocurre para poder hacerle al Barcelona", bromeaba el técnico vasco tras el agónico triunfo de su equipo frente al Racing.

SENSACION AMARGA Al conjunto de Pellegrini le queda el consuelo de poder terminar la Liga con 98 puntos y sumar más triunfos que su gran rival. Lograría 32 si vence al Málaga, que se juega seguir en Primera División, por 31 del Barça si gana al Valladolid. La diferencia radica en las cuatro derrotas blancas por una, ante el Atlético, de los azulgrana, y en los seis empates que lleva el conjunto catalán por los dos del Madrid.

Unos números que Pellegrini esgrime para apuntar esta campaña como la mejor de la historia del club, pese a que difícilmente le alcanzarán para lograr el título a no ser que se produzca la ayuda pucelana. "La sensación es amarga, pero queda una jornada. Es difícil, pero no perdemos la ilusión. Tenemos que obligar al Barcelona a ser campeón con 99 puntos", dijo Pellegrini, que concedió dos días de descanso a sus jugadores.

A PARIS El Barça también está agotado física y psicológicamente. Desde el 14 de marzo hasta el sábado 8 de mayo han transcurrido 56 días. En menos de dos meses, el Barça ha disputado 17 encuentros, dos por semana. El apoteósico calendario empezó frente al Valencia, pasó por el clásico ante el Madrid en el Bernabéu, los cuatro duelos de la Champions frente al Arsenal y el Inter de Milán y acabó en el campo del Sevilla, entre otros rivales. Un estrés inaguantable que Pep Guardiola quiso dar por finalizado en la primera semana que no hay un partido en martes o miércoles. El técnico concedió dos días de fiesta a la plantilla en la última tregua antes de la batalla definitiva.

Diecisiete partidos con 14 victorias dos empates (en Londres, 2-2 y en Cornellá, 0-0) y una única derrota ante el Inter --la única también por dos goles de diferencia de la era Guardiola -- que costó la semifinal de la Champions conforman el balance. En Sevilla igualó su récord de 13 victorias fuera de casa.

El técnico quiere a su hombres frescos de piernas y de cabeza. Los despidió hasta el martes para preparar el encuentro ante el Valladolid que aún no tiene fecha definitiva, aunque ayer se especulaba que los encuentros del Barça y el Madrid y los vinculados al descenso se disputarían el domingo. La Liga de Fútbol Profesional anunciará hoy oficialmente los horarios de la última jornada.

Pero algunos de los jugadores no aprovecharon el primer día de fiesta para descansar. Gerard Piqué y Pedro, por ejemplo, acudieron a Montmeló. Piqué, Bojan, Busquets, Puyol y Xavi se animaron por la tarde a viajar a París, con permiso del técnico, para apoyar al equipo de baloncesto campeón de Europa.

"Aún no somos campeones" fue el mensaje que repitió Guardiola a sus hombres antes de dejarles libres. Pese a que el Valladolid tiene un pie en Segunda. Pese a que sus propios jugadores están convencidos de la victoria. No por su superioridad, que se traduce en los 60 puntos de diferencia que separa a los azulgranas de los blanquivioletas. "Este equipo siempre está a la altura", aseguró Dani Alves.