Dependiendo de lo que pase esta jornada, David Rocha puede celebrar la Nochebuena con su familia en Cáceres en zona de ascenso a Primera. El centrocampista extremeño es uno de los jugadores destacados esta temporada del Oviedo, quinto con 32 puntos y que el sábado recibe a la Cultural Leonesa.

Ya no es el chico que intentaba abrirse camino en el Cacereño, sino un veterano experimentado que intenta congelar un momento feliz. «Va todo muy bien ahora. Irnos de vacaciones con 35 puntos sería espectacular», cuenta a este diario desde la capital del Principado. Está a punto de almorzar («nada de fabes, eh», aclara) y su voz irradia una confianza especial. Es ya todo un veterano a sus 32 años.

«Nuestro objetivo es llegar al final en la parte alta. Es una categoría muy de dinámicas, porque ganas tres partidos y te pones arriba, pero no puedes evitar mirar también abajo, porque pierdes otros dos o tres y te descuelgas. Nosotros vamos paso a paso», analiza.

Él, desde luego, no está siendo ajeno a lo que está pasando. Está siendo titular con Juan Antonio Anquela en la mayor parte de los encuentros y ya ha marcado tres goles (dos de falta y uno de volea, todos desde fuera del área)... Baste el dato de que la temporada pasada se quedó en blanco.

¿Cuál es la clave? «La continuidad. Un futbolista lo que necesita es acumular partidos, jugar domingo tras domingo. La pasada temporada tuve dos pequeñas lesiones en momentos clave y jugué en alguna posición en la que no me encontré cómodo», responde. Sí, ahora se ha estabilizado como mediocentro, dejando atrás ser segundo punta e interior derecho. «Me faltaba gol y desborde», reconoce.

«La cabeza manda mucho. Las piernas hay que tenerlas preparadas siempre, pero no funcionan si la cabeza manda un impulso erróneo. Si la confianza va bien, todo va saliendo de forma idónea», añade.

Rocha elogia abiertamente a Anquela («hemos asimilado bien lo que el entrenador nos pide y hemos crecido mucho como equipo») y también a la afición ovetense. «Jugar aquí es una maravilla. En casa es espectacular, con 20.000 personas en el campo, haciendo mucho ruido. Solo hemos perdido una vez en el Tartiere, que aprieta mucho. El equipo le gusta a la gente: es intenso, agresivo, no damos un balón por perdido. ¿Estar por delante del Sporting? La gente ha pasado años malos y ahora está con la cabeza alta».

Eso sí: «los pies, en el suelo», reclama, sin olvidar sus orígenes. Los domingos por la tarde suena una alarma en su móvil para informarle del resultado que ha tenido el Cacereño: «Ojalá suba a Segunda B. ¿Qué menos, ¿no?», apostilla.