Miles de tifosi coreaban su nombre. Cientos de conciudadanos mostraban pancartas en señal de apoyo. Decenas de aficionados le esperaban junto a su box. Valentino Rossi, heptacampeón del mundo, se lamía las heridas en su taller, rodeado de los suyos, esperando la llegada del reportero de Mediaset, la tele de Berlusconi, que ofrece el Mundial de motociclismo para toda Italia.

No muy lejos de allí, Dani Pedrosa conversaba con Alberto Puig, su mánager, que sigue negociando la renovación de su contrato con Honda, dicen que, probablemente, por dos años más, pero no se anunciará hasta la prueba de Motegi (Japón, 23 de septiembre).

Lamento de Rossi

Rossi, que luego se negó a hablar con el resto de periodistas italianos, aceptó todas las preguntas de Italia-1. "Cuando uno está obligado a arriesgar para intentar dar caza al líder, pasan estas cosas: hemos utilizado un motor nuevo sin tenerlo muy probado y se ha roto". Así de sencillo. Rossi reconoció su mala suerte --"hasta el extremo de que el jueves me crucé con un gato negro y, en cuanto me vio, se tocó los cojones"-- pero descartó pasar por Lourdes cuando la próxima semana vaya a Estoril (Portugal): "Creo que lo mío no se arregla ni allí. Además, seguro que si voy, encuentro el santuario cerrado".

Pedrosa, el otro piloto señalado como candidato al título junto a Rossi y Stoner, se quejaba de que "hay varios pilotos que son unos descerebrados, que solo piensan en ellos y que creen que las carreras se ganan en la primera vuelta, ¡qué digo la primera vuelta!, en la primera curva". No dio nombres, pero sí su nacionalidad: Francia. Y es que Oliver Jacques le derribó en Turquia, Sylvain Guintoli impidió ayer que lograse el mejor tiempo en el warm-up y, para finalizar, Randy de Puniet le derribó a los 22 segundos de empezar la carrera.

Preguntado sobre la mala suerte que le persigue este año, Pedrosa fue tajante: "Es lo que hay, pero he de reconocer que, desde niño, he tenido mucha, muchísima suerte en esta vida. Así que sigo siendo muy afortunado".