Mallorca: Moyá; Ramis, Iuliano (Pereyra, min. 85), Ballesteros; Cortés, De los Santos, Farinós, Melo (Jorge López, min. 37), Tuni; Arango (Romeo, 44) y Luis García.

Sevilla: Notario, Sergio Ramos, Javi Navarro (Pablo Alfaro, min. 46), Aitor Ocio, Castedo; Fernando Sales, Martí, Jordi López, Adriano (Alves, min. 60); Makukula (Carlitos, min. 75) y Baptista.

Goles: 0-1, min. 47+: Baptista, de penalti.

Arbitro: Pino Zamorano, del Colegio Castellano-Manchego. Expulsó por doble amonestación a De los Santos, del Mallorca, en el minuto 45, y a Baptista, del Sevilla, en el minuto 91. Amonestó a Farinós, del Mallorca; a Navarro, David Castedo, Martí y Aitor Ocio del Sevilla.

Incidencias: Unos 17.000 espectadores en el estadio Son Moix.

El Sevilla rompió ayer en Son Moix una racha de cinco partidos sin ganar en la Liga al derrotar 0-1 a un Mallorca al que ha dejado con un pie y medio en Segunda.

Julio Baptista marcó de penalti, forzado por él mismo, en una jugada clave al finalizar la primera parte, ya que en esa misma acción fue expulsado Gonzalo de los Santos por doble amonestación. Poco antes, el venezolano Juan Arango había abandonado el campo inconsciente, tras un codazo del sevillista Javi Navarro.

La desgracia se cebó con el Mallorca en los últimos minutos de la primera parte. Primero, con la lesión de uno de sus jugadores emblemáticos, el venezolano Juan Arango, que cayó fulminado al suelo tras un forcejeo con Javi Navarro. Inconsciente, el jugador sudamericano abandonó el terreno de juego, ante las protestas del público, que exigía la expulsión de Navarro.

En un ambiente enrarecido, el penalti a Baptista, que transformó el propio brasileño, y la posterior expulsión del uruguayo Gonzalo de los Santos, dejaron al Mallorca al borde del KO Los rojillos, que hasta entonces habían jugado un partido bastante aceptable, aunque como siempre, sin claridad ni ideas para crear ocasiones de gol, tuvieron que afrontar la segunda parte con el marcador en contra e inferioridad.

Con diez jugadores y el marcador desfavorable, el Mallorca agotó todas sus opciones en la segunda parte. Sus jugadores corrieron tras todos los balones, pelearon hasta el final, pero el silencio de las gradas hacia un equipo hundido y cada vez más cerca de la Segunda, fue demoledor. Incluso, muchos espectadores abandonaron el campo antes del final.