Diego Maradona sufre una "neumonía aspirativa" y permanece con "pronóstico reservado", aunque su cuadro hemodinámico ha evolucionado satisfactoriamente, indica el parte médico difundido ayer en la clínica de Buenos Aires en la que fue ingresado este domingo.

El exfutbolista continuaba anoche en la unidad de cuidados intensivos del sanatorio, asistido por un respirador mecánico, señaló el parte, que añadió que "ha habido normalización de la presión arterial y buena diuresis bajo drogas inotrópicas".

La información médica fue entregada por escrito a los periodistas que desde anoche se han apostado en las puertas del sanatorio, junto a decenas de personas que quieren seguir en el lugar la evolución del estado de salud de Maradona.

Además del parte médico, la prensa recibió un comunicado de la familia del ex jugador en el que se solicita que el asunto sea tratado "con la máxima seriedad, atendiéndose sólo a lo expresado en las informaciones médicas". "Caso contrario -indicó la familia-, no se autorizará a la clínica a difundir públicamente los próximos partes".

Minutos antes de darse la información, Alfredo Cahe, médico personal de Maradona, señaló que Pelusa había experimentado una "leve mejoría".

Cahe atribuyó la infección pulmonar del astro a "un enfriamiento" y señaló que desde que Maradona regresó al país, en marzo pasado, se encargó personalmente de suministrarle la medicación a diario. "Cuando vi a Diego tenía mucha fiebre y algunas dificultades para respirar, por lo que decidimos su ingreso al sanatorio", dijo el médico.

SIN SOBREDOSIS Como había hecho antes en declaraciones a varios medios, Cahe aclaró que el exfutbolista argentino "no tuvo ninguna sobredosis de drogas" y se quejó de las "estupideces" de la prensa.

El excapitán de la selección argentina, de 43 años, ingresó el domingo en ambulancia a la Clínica Suizo Argentina y el primer parte médico aludió a una "crisis hipertensiva" debido a una "miocardiopatía dilatada".

Decenas de personas permanecen en las puertas de la clínica, en una vigilia espontánea a la que acudieron desde familiares y amigos hasta un sacerdote y su exagente, Guillermo Coppola.