Marco, con un zapatazo casi desde su campo que se coló por encima de un sorprendido Tobeña, rompió el derbi de ayer en Almendralejo. Hasta ese momento, y casi se había consumido una hora de encuentro, los dos contendientes habían rivalizado en un duelo que, para romper la pauta, no estuvo exento de calidad y brilló por momentos para que no quedase todo en emoción como suele suceder en estos casos. Es más, el Extremadura tiene que agradecer al organizador sevillano que llevase el balón a las mallas del Cacereño en un momento clave del guión y, además, para marcarlo ya definitivamente.

Si algo quedó claro desde el inicio es que los dos equipos querían comenzar su semana santa particular con una victoria. El bloque cacereño, a sabiendas de los problemas que tienen los azulgranas cuando se les presiona muy arriba, aprovechó la presencia en el once de Tariq y perseveró en esa misión. El Extremadura, con el aire a favor, tenía problemas para incomodar siquiera al debutante portero cacereño, al que visitó en sólo un par de ocasiones. Tampoco se prodigaba en exceso su rival aunque era mucho más vertical cuando los balones pasaban por el catalizador de Cobos. A medida que avanzó el partido subió el nivel y el final de la primera entrega fue apasionante, aunque es cierto que al tiempo estéril para los dos equipos.

LA CAIDA DE ENRIQUE

A punto de cumplirse la primera media hora, y con el Cacereño intentando tomar las riendas del encuentro, se produjo la caída de Enrique ante la salida de Flavio Frangella. En el campo pareció penalti aunque los que siguen al equipo verde lo calificaron como una de las típicas jugadas del delantero azuagués. Sea como fuere, González Segura, horrible toda la mañana, ordenó que siguiese el juego. Sólo seis minutos después, Pedro José se encontró con una doble ocasión que difícilmente volverá a tener en su carrera deportiva. Por dos veces se quedó solo, a puerta vacía y sin saber que hacer con el cuero. La primera acabó saliendo por encima del travesaño, la segunda ajustada a la cepa del poste (m. 36). Tuvo una tercera, pero se le señaló fuera de juego mientras decidía con que pie iba a rematar. Sin embargo, la ocasión más clara de toda la primera mitad la tuvo Cerveró en un saque de falta. Su cañonazo se estampó en la misma escuadra izquierda de Flavio antes de pegar en el poste derecho y volver al campo sin encontrar rematador. La posible duda de los cacereños la disipaba el asistente, colocado en el banderín de córner, al indicar que el balón no había entrado. Y así, con un Cacereño dominador del mediocampo y con un empate a cero, que podría llevar al matiz de que el cuadro visitante mereció algo más a los puntos, acabó la primera mitad.

REACCIONA EL EXTREMADURA

Tras el descanso el Extremadura saltó al campo sabiendo que tenía que mover ficha si no quería ver comprometido hasta el empate. Y advirtió con sendos lanzamientos de Romero, que estampó el balón en un contrario, tras una dejada de Cámara y en saque de falta de Raúl García (m. 51), y de Roberto, que ajustó a la cepa del poste justo tras salir (m. 52).

Y entonces llegó la jugada de Marco, quien se encontró con un balón nada más cruzar la línea separadora y, viendo adelantado a Tobeña, le envió un obús que se coló irremisiblemente en la meta visitante para el 1-0. Hizo daño el tanto en un Cacereño que se había multiplicado, es verdad que con menos orden que otras veces, y había controlado a su contrario y ahí comenzó el principio del fin para las aspiraciones de los de Ismael Díaz. Apeló a la heróica como tantas veces su equipo pero ayer volvió a estar huérfano de la pizca de fortuna que en ocasiones así se hace absolutamente imprescindible.

Herido, el Cacereño se deseperó y hasta se enzarzó en una guerra de brusquedades que no venía ni a cuento. En esas andaban cuando Pichi, ilusionante proyecto el de Campanario, saltó al campo y firmó el 2-0, por ese orden y en apenas treinta segundos (m. 83). Cuando el Cacereño se quedó sin derbi se quedó también sin fuelle en lo físico y en lo anímico. Casi al mismo tiempo, el Extremadura certificaba un sonoro triunfo ante un directo rival y se aupaba a lo más alto de la clasificación. Y Francisco sigue humilde.