Aún se estremece al contarlo. "He estado muy mal, sin poder ingerir nada, ni sólido ni líquido. Veía una botella de agua y me moría de ganas de agarrarla y bebérmela, pero sabía que si lo hacía me vendría un dolor insoportable". Es José Antonio Marco, el base titular del Cáceres, que ayer se reincorporó a los entrenamientos tras superar una gripe y, sobre todo, unas molestísimas llagas en la garganta que le surgieron a raíz de la enfermedad.

Diez días estuvo ingresado en el Hospital San Pedro de Alcántara, cuatro de los cuales no pudo llevarse absolutamente nada a la boca. "Cuando me dieron un yogur y agua, yo lo flipaba. He pasado auténtica hambre y sed. Y menos mal que me tenían con suero, que si no... Era algo incómodo más que grave", relata.

Le pasó algo realmente raro, sí. No era lupus, que diría el doctor House, pero casi. Ante gripes fuertes como la que sufrió durante unos días, a veces el cuerpo reacciona generando llagas como las suyas, como mecanismo de autodefensa.

Elogio a los compañeros

Mientras tanto, afuera, sus compañeros acumulaban victoria tras victoria. Y él sin poder ni acercarse por el pabellón. "Seguí por Twitter nerviosísimo cómo ganamos al Lucentum y al Barcelona", destaca. "Ha sido una suerte tener a Richard Nguema y a Guillermo Corrales en mi puesto. Han hecho un gran trabajo", destaca.

Enjuto de por sí, de la aventura perdió tres o cuatro kilos que ya ha empezado a recuperar. "Me han dicho que coma todo lo que pueda", afirma Marco, que, aunque sigue un plan específico de la mano del preparador físico del Cáceres, Mario Hellín. Será ante el Opentach Pla, el día 11, cuando reaparezca. Será entonces cuando saldrá con hambre, pero esta vez de balón...

El ascenso a LEB Oro está a tres victorias. "Va a estar complicado. Todo se nos ha puesto bastante bien y los demás se cambiarían por nosotros, pero van a ser tres partidos muy difíciles. Puede pasar cualquier cosa y contamos con que Castellón gane todo. De momento, solo pensamos en el Pla", apostilla.