Minuto 44 de la segunda mitad. El árbitro del encuentro decide añadir otros tres y la megafonía lo anuncia a todo volumen en el Príncipe Felipe. Mientras, un niño pregunta a su padre: "papá, ¿qué ha dicho ese señor?". "Que van a añadir tres minutos más". "Jo, más todavía". Y el chaval mira al marcador del campo cacereño para ver como el reloj va restándole segundos a su angustia. Por fin, el colegiado pita el final y todo ser viviente de menos de 20 años se lanza desde la grada al terreno de juego para conseguir una foto con su ídolo, Marcos Senna.

Tanto es así, que el campeón de la pasada Eurocopa con la selección española seguía en el césped del estadio mientras los jugadores del Cacereño estiraban y todos sus compañeros del Villareal ya se habían marchado a los vestuarios. Senna atendió a todos los que se le acercaron para fotografiarse con él con una sonrisa en los labios y firmó autógrafos por doquier. Otras figuras de los amarillos como Rossi o Cazorla tuvieron su consiguiente baño de multitudes, pero ninguno llegó a la expectación levantada por el ´crack´ nacido en Brasil.

Los autógrafos, abrazos y fotografías fueron el premio para los niños que aguantaron los noventa y pocos minutos de juego en el Príncipe Felipe. Los mayores tuvieron que conformarse con un partido "tranquilo", como dijo Ernesto Valverde --entrenador del Villareal--, que tuvo algunos momentos de magia, por parte del ´submarino amarillo´, y otros de arrojo, por los locales. Y es que la grada solo se espabiló cuando Rai recortó distancias en la segunda mitad.