Para comprender qué es el Tour nada mejor que citar simplemente las palabras de un ganador. "Miras atrás y no ves nada. Sólo coches, pero oyes al público y entonces comprendes que vas a ganar la etapa". Palabras de Marcos Serrano, el héroe gallego, con siete rondas francesas en sus piernas, que ayer logró la victoria en el aeródromo de Mende, una corta pero agobiante cuesta en la que el italiano Ivan Basso volvió a poner a prueba al incuestionable Lance Armstrong.

Serrano consiguió ayer un éxito que anhelaba. A él nunca le ha gustado que lo consideren un gregario. Ya hizo esa función para Joseba Beloki cuando el vasco era un grande. Con el uniforme de trabajo terminó el Tour del 2001 en novena posición. Y él callado. Siempre callado.

BRONQUITIS EN LOS ALPES Al igual que ahora, porque atravesó los Alpes en silencio, martirizado, sufriendo por una bronquitis y debilitado por los antibióticos. Sólo lo supieron sus compañeros del Liberty Seguros y su director, Manolo Saiz.

De nuevo se sabía que, al margen de lo que fuera a suceder en la ascensión final a Mende, Armstrong iba a permitir que se consolidara la fuga del día. Y si no había fuga, Saiz dió la orden de provocarla.

Serrano era el más fuerte, sin duda. Con el calor se curó el resfriado. Hasta decidió cambiar una costumbre que no le estaba dando suerte. Es un lector empedernido y había decidido no traer ningún libro al Tour para dormir más horas. Pero la noche del miércoles empezó la lectura de un relato sobre la ronda francesa, que le regaló un periodista. Le trajo suerte.