Mi admirado Martín Fariñas vive plácidamente en Badajoz, siguiendo a rajatabla esa particular forma de entender la vida con su familia y su trabajo y alejado del deporte. Los únicos problemas que tiene, que uno sepa, son su tensión, que se dispara en tipos con su carácter con demasiada frecuencia, y alguna que otra lesión que se produce jugando al tenis. Martín es una persona discreta y poco dada al romanticismo deportivo, pese a lo que pudiera parecer. Este año se cumplirán 15 años de aquel increíble ascenso del Cáceres a la ACB de baloncesto que él lideró y a uno le apetece recordar que en nuestra comunidad tenemos a personajes como él. Martín ha pasado al anonimato. Ya no es un héroe deportivo de primer nivel. A él no le importa. Al contrario. Vive muy bien así, insisto. En el aspecto desértico, casi ´dakariano´, que presenta el deporte extremeño, ahí está él, 15 años después de la gesta, disfrutando de la vida, que bien merecido lo tiene.