Hay que remontarse 31 años atrás para encontrar al último campeón de F-1 inglés al volante de un McLaren. James Hunt logró aquel título de 1976 bajo la lluvia en el Monte Fuji frente al entonces campeón Niki Lauda. La historia se repite y Lewis Hamilton dio ayer un paso de gigante para suceder al malogrado Hunt tras vencer bajo un continuo aguacero en las laderas del volcán japonés.

Pero tendrá que esperar. "Aún no somos campeones. Hay dos carreras que disputar", dijo cautelosamente Anthony Hamilton, en el mismo tono de extrema corrección que se vivió en todos los rincones del Brand Center de McLaren. Fue curiosamente la victoria menos celebrada de Lewis. "No hay nada de suerte. Todo ha sido fruto del trabajo", insistió el papá, que restó importancia a las declaraciones de su hijo sobre Alonso.

DENNIS, RESPETUOSO Lewis Hamilton ya se ve campeón. "Obviamente pilotar sobre mojado y liderar la carrera en todo momento me hace pensar en lo que hicieron en su día Senna y Prost, y creo que puedo conseguir algo similar a ellos", proclamó Hamilton tras dar saltos alrededor de su coche.

Por entonces, Alonso ya había llegado al hospitality y veía las últimas vueltas de la carrera por la televisión junto a su mujer, la cantante Raquel del Rosario. No hubo aplausos, ni gestos, ni siquiera se oyó descorchar el champán como en otras ocasiones. Sólo se vieron unas cuantas copas mucho después, cuando Alonso, ya duchado, atendió a los periodistas.

Hasta Ron Dennis se volvió extremadamente respetuoso: "Lewis ha pilotado de forma fantástica y Fernando ha tenido mala suerte. Su coche estaba dañado tras el accidente con Vettel y luego sufrió un aquaplanning . Nos aseguraremos que nuestros dos pilotos sigan gozando de la oportunidad de ganar el título en las dos últimas carreras".

Ni siquiera hubo aplausos en el hogar de McLaren a la llegada de Hamilton como en otras victorias, quizá porque, en ese momento, el equipo ya sabía que los comisarios investigaban a Hamilton por su comportamiento tras el coche de seguridad --la segunda vez que entró en pista-- con frenazos de su coche que resultaron considerablemente peligrosas para el resto de pilotos. "Ha sido una carrera memorable tras la que estoy muy feliz. Ha habido momentos en los que he llegado a pensar que hubiera sido mejor parar la carrera; sin embargo, cuando la lluvia ha dejado de caer con intensidad, las condiciones han mejorado un poco".

Por si fuera poco, Hamilton bendijo su suerte: "Mi coche no quedó dañado cuando Kubica me tocó. No le vi venir, así que el impacto me cogió por sorpresa y he trompeado. Después he conservado la concentración y punto".

Las cuatro primeras horas de reunión de comisarios arrojaron la primera sanción del día: diez puestos en el próximo gran premio para Sebastian Vettel por embestir a Mark Webber. Según el piloto alemán "iba detrás de Webber, cuando al salir de la curva 13, he mirado a la derecha y he visto a Hamilton que iba muy lento, no se porqué y he pensado que podía tener un problema. Debía estar calentando los frenos, y cuando he vuelto a mirar al frente me he visto debajo del coche de Webber, que creo que también ha frenado al ver a Hamilton tan despacio".

La segunda sanción fue para Vitantonnio Liuzzi por adelantar con bandera amarilla. Le colocaron 25 segundos de penalidad con los que cedió el octavo puesto a Adrian Sutil, que así logró el primer punto para Spyker.

EL SUICIDIO DE FERRARI El mundo de la F-1 vivió atónito la presencia en la parrilla de los dos Ferrari con neumáticos intermedios de agua cuando el circuito estaba inundado.

El error, inexplicable provocó que, en las primeras vueltas con el coche de seguridad al frente, tanto el finlandés como el brasileño tuvieron que entrar en su taller para equipar sus bólidos con ruedas de lluvia-lluvia. La scuderia alegó que no le había llegado comunicación alguna.