Abandonó el circuito de Sakhir cabizbajo, cabreado, enfadado con el mundo, pero no podrá echar la culpa a nadie más que a sí mismo. Lewis Hamilton (McLaren) entregó el liderato del Mundial en un aciago Gran Premio de Bahréin que comenzó estrellando su coche el viernes, empeoró con una salida penosa que le dejó clavado ante los semáforos y acabó de tirarlo todo a la basura embistiendo a Fernando Alonso (Renault). Del periplo asiático ha salido líder Kimi Raikkonen tras escoltar a Felipe Massa en un incontestable doblete de Ferrari que, de no ser por la evolución de BMW --líder ya de los constructores-- comenzaría a frotarse las manos pensando en un cómodo trayecto hacia otro título.

La salida es uno de los momentos más críticos, con la ausencia de ayudas electrónicas. Se sabía, todo el mundo intuía, que tenían que llegar errores de bulto en la arrancada con la nueva reglamentación. Y llegaron para golpear el orgullo de las dos estrellas más rutilantes del momento, Robert Kubica y Hamilton, que además partían por la parte limpia de la pista. El polaco patinó en exceso y perdió la ventaja de salir en la pole, cediendo el mando de la carrera a Massa. El castigo resultó mayor para el inglés. Solo un dispositivo especial que monta su McLaren evitó que calara el coche. Quiso conservar tanto que al acelerar tan suave ahogó el motor. Le adelantaron siete coches: el último, Alonso.

Y con el asturiano se pegó durante las dos primeras vueltas hasta que le embistió por detrás dañando el alerón trasero del Renault y destrozando el morro del McLaren y cualquier posibilidad de llegar a los puntos. Adiós a la carrera y al liderato.

Alonso pudo mantenerse en pista, eso sí, con el alerón trasero rajado. Para compensar la pérdida de adherencia se vio obligado a modificar el ala delantera en el primer repostaje, lo que hizo aún más lento el R28. Tampoco resultó dramático. Sin el toque, "como mucho habría acabado noveno". Después, y como muchos pilotos, se salió ligeramente de la pista por el aceite dejado por el Toro Rosso de Vettel. No hay nada que hacer. Hasta Fisichella, con un Force India, marcó mejor vuelta rápida que el asturiano.

SIN SORPRESAS A ese ritmo perdió la novena posición en favor de Timo Glock durante el primer repostaje. Restaba esperar que algún abandono le permitiera escalar alguna posición. Ni eso. Solo se registró la retirada de Jenson Button (Honda), Sebastian Vettel (Toro Rosso) y Adrian Sutil (Force India). Todos por detrás.

Ni siquiera con las mejoras más optimistas en el R28 podrá Alonso acercarse a los coches de cabeza, ese pelotón de favoritos que, definitivamente, queda integrado por tres equipos y seis coches. BMW-Sauber ya es integrante de pleno derecho, después de ver cómo Nick Heidfeld superaba con relativa facilidad al McLaren de Heikki Kovalainen en la lucha por la cuarta plaza, mientras que Kubica mantuvo un ritmo de carrera muy próximo a los Ferrari. El polaco intentó adelantar a Massa en las dos primeras vueltas, pero fue rebasado por Raikkonen al final de tres giros muy movidos en los que el joven polaco también se salió ligeramente al pisar la mancha de aceite.

Ahí se acabó el interés de la carrera porque entre los coches rojos no hubo batalla. Para qué. Felipe Massa firmó un triunfo que alivia el torrente de críticas tras su caótico inicio de temporada. Y Raikkonen sale líder de Bahréin después de superar muchos problemas de puesta a punto que le relegaron a la cuarta posición de la parrilla. Todos contentos.