El de Heikki Kovalainen era el único rostro feliz en McLaren, donde fallaron los reglajes, erraron en la estrategia y, sobre todo. Lewis Hamilton no tuvo desde luego su mejor fin de semana.

"Considerando la penalización en la crono que me hizo salir desde el octavo puesto, este era el mejor resultado posible", explicó el finlandés, feliz por lograr su primer podio en McLaren.

Por su parte, Lewis Hamilton colocó neumáticos blandos en la salida para ganar posiciones --"recuperé del noveno puesto al quinto"-- pero fue incapaz de adelantar a Mark Webber mientras destrozaba sus ruedas. Tampoco pudo pasarlo en su primera parada, en la que un problema con la pistola y las llantas lenticulares le retrasó 10 segundos más. "Me hubiese podido tomar hasta una cerveza". Y, para sorpresa general, volvió a montar neumáticos blandos. En un coche cuyo mayor defecto es desgastar los neumáticos traseros, en un piloto que, entre sus pocos peros, figura tratar con poco mimo las gomas, nadie entiende por qué no eligió las ruedas duras dos veces.

El origen de esa decisión hay que buscarlo en el mar de dudas en los que navegó McLaren sobre los reglajes durante todo el fin de semana y que tienen mucho que ver con la ausencia en Malasia de Pedro de la Rosa. El español es el gran patrimonio de McLaren en la puesta a punto de los MP4/23. Hamilton ganó en Australia con los reglajes que DLR calculó. Ni un solo cambio en los entrenamientos libres, nada. Lo clavó. Pero en Sepang, con 10 grados menos en la pista de los esperados, ni Hamilton ni Kovalainen supieron qué hacer, mientras Pedro se encontraba en Barcelona aguardando el nacimiento de su tercera hija, Luna.

SIN SOLUCIONES Ni siquiera pudieron averiguar con qué gomas irían mejor en carrera, y Hamilton la lió. Cuando en el tercer stint montó los neumáticos duros, el McLaren marcó los mejores tiempos, la mayor velocidad punta de la carrera, la tercera mejor vuelta rápida... "Realmente lo hice lo mejor que pude", dijo el británico con gesto arisco y malhumorado.