Todo un clásico en los banquillos del fútbol femenino es protagonista de una noticia triste para el deporte regional.

--¿Es cierto que abandona el Corderex La Antigua?--Sí. Mis previsiones esta temporada eran ya no entrenar, pero seguí adelante tras el descenso. Mi idea era quedarme en Trujillo con mi trabajo. Tras dedicarme al club en cuerpo y alma en distintas facetas ha llegado el momento. Han sido casi ocho años en Mérida, primero en el Nueva Ciudad y luego en La Antigua, y llega el momento de dedicarme a mí.

--¿Lo echará de menos?--Evidentemente, mi vida ha estado ligada al fútbol femenino desde que Vicente Montes nos subvencionó aquella liga regional con 13 equipos. No me desvinculo completamente por mi trabajo de dinamizador deportivo y tengo una escuela de niñas en Trujillo, pero la vida que llevaba de viajes ya no.

--¿Ha influido en su decisión el hecho de que sea casi imposible subir a Superliga?--No. La decisión estaba tomada desde octubre. Me he quedado en el club por más tiempo porque la cosa iba bien. La previsión era hacer una buena temporada en Primera Nacional y no era cuestión de dejarlo cuando estábamos bien clasificados. Espero despedirme con una victoria en Gijón el domingo y aún hay opción de subir en la fase de ascenso.

--¿Con qué se queda de estos seis años en el Corderex?--Con el afecto que han demostrado las jugadoras, todos los amigos que he hecho en la junta directiva, el entorno del barrio de La Antigua... Como momentos, el subcampeonato de España cadete, el campeonato posterior en Canarias, los tres años de la Superliga con jugadoras muy jóvenes llevando el nombre de Mérida y el título de esta temporada en Primera.

--El pasado domingo había muy poco público en el Diocles. ¿Qué futuro tiene el fútbol femenino en la región?--Todo pasa por potenciar las categorías de base, que las instituciones valoren y planteen situaciones que verdaderamente posibiliten que niñas compitan y aprendan en escuelas deportivas y se le dé toda la difusión que se le tiene que dar.