La mala actuación de los pilotos de Ferrari en el trazado australiano de Albert Park y el milagro logrado por Fernando Alonso con un coche tan lento disparan los deseos de ver al asturiano vistiendo de rojo. Felipe Massa y Kimi Raikkonen tienen contrato esta temporada y la próxima, lo mismo que Alonso en Renault. A partir de ahí, temporada 2010, todo puede pasar, pero lo cierto es que Alonso y Ferrari están condenados a encontrarse.

Es más, hay quien sospechaba ayer, tras conocerse el despido encubierto del francés Jean Todt, que la scuderia ya se ha sacado de encima al único miembro de su staff que se oponía a la llegada, tarde o temprano, del bicampeón asturiano a Maranello. Por cierto, ha sido Michael Schumacher, en una confidencia a la revista alemana Auto, Motor und Sport quien ha desvelado que las averías de los Ferrari en Melbourne "no afectan al motor ni afectan al ámbito del motor".

Desprotegido

Massa, en la cuerda floja Alonso mantiene una buena relación con Stefano Domenicalli, el heredero del mago francés como responsable del equipo de F-1, y hay quien asegura que ya existe un acuerdo firmado 2010 que incluso podría adelantarse a 2009 si Massa, que ahora se ha quedado sin protección en Ferrari (su mánager no es otro que el hijo de Todt) mantiene su irregularidad y continúa estrellando su bala roja y desperdiciando oportunidades. "Felipe tiene contrato por esta temporada y otra más", dice Luca Baldiserri, número dos del equipo italiano, cuando se le pregunta cuándo fichará Alonso por Ferrari.

Los habitantes del paddock de la F-1 viven de detalles, de intuiciones, de gestos. Y hay un gesto que ha llamado la atención de la sala de prensa: Alonso está más feliz que nunca, más alegre que nunca, más sonriente que nunca. Esa feliz relajación que muestra este año, una temporada en la que, de otra forma, debería estar enrabietado con un coche que no va y un equipo de bajo presupuesto para evolucionarlo (aún no ha cubierto su presupuesto), no se corresponde con vivir en la panza del pelotón. De ahí que muchos sospechen que Alonso transmite la serenidad de quien tiene asegurado su futuro en un grande (Ferrari o, quizá, el emergente BMW), y la alegría de quien corre sin presión y sale a disfrutar de cada carrera sin preocuparle mucho si acabará undécimo, quinto o tercero. Así que este año toca disfrutar de carreras al ataque de Alonso. Y si él está tranquilo, el alonsismo debería seguir su ejemplo y evitar caer en el desencanto.