Era de ingenuos pensar cuando se le fichó que iba a ser un gran referente en ataque. Aunque su rostro sea con diferencia el más reconocible del equipo, el menor de los Angulo es más bien un jugador complementario, diseñado para hacer que el compañero con más talento ofensivo brille. Jugador generoso hasta el extremo, los números no explican en absoluto su picardía y su ingente trabajo defensivo, cuando normalmente le toca emparejarse con la estrella exterior del equipo rival. Pese a todo, sí cabría pedírsele una mejora en el porcentaje de tres puntos: solamente ha anotado 6 de los 27 que ha intentado, un 22% que no tiene precedentes en su carrera.