CACEREÑO 1: Manu, Diego, Jaime, Jurado, Caballero; Nico (min. 46, Santi), Gabi, Sergio (min. 73, Pablo), Alex Tejada (min. 38, Rocha), Pedro García; Joaquín.

MELILLA 1: Balbuena; Gustavo, Redondo, Ros, Orta; Ruiz, Angel Luis, Dani Vidal, Francis Flores min. 67, Gabi), Yamal (min. 62, Dezotti) y Mauri.

GOLES: 0-1-Min. 35: Mauri, de penalti. 1-1-Min. 64: Joaquín.

ARBITRO: Megía Dávila (Madrid). Calamitoso, estuvo a punto de provocar un altercado de orden público. Tarjetas a los locales Caballero, Gabi, Sergio, Joaquín, Rocha, Pedro García y Villa (banquillo) y roja directa a Jurado (min. 33). Por los visitantes, Yamal, Angel Luis, Mauri y Dani Vidal (dos, expulsado en el 52).

Flaco favor hacen al fútbol en general y al arbitraje en particular hombres como Megía Dávila, un colegiado terrible, patético, nefasto e inepto. En Cáceres no se acostumbrarán nunca a actuaciones como las suyas, cuyo negro historial se remonta a un partido de liguilla de ascenso de hace seis años que terminó con 0-1 a favor del Granada y que empezó a enterrar las posibilidades verdes. Entonces, entre otras cuestiones, anuló un gol increíble de Pulido que marcó el partido y la fase. Pero Megía Dávila es mucho más que un simple árbitro malo.

No es que Megía se equivoque, ni mucho menos. Megía es que no sabe, es que tiene confundidos los conceptos de falta, tarjeta y disciplina. La estadística asusta: catorce cartulinas (dos rojas) completaron unas cotas imponentes de mediocridad imposibles de igualar.

CON FELICITACION El trencilla señalaba faltas a cada contacto, pero les añadía una felicitación navideña por anticipado a los contendientes, de tal guisa que el partido, siempre deportivo, no tuvo apenas recorrido y sólo tuvo fútbol cuando él se mantuvo --sólo un poco-- al margen.

El Cacereño, de nuevo lastrado por las ausencias de Enrique y Cobos, no tuvo claridad de ideas en el primer tiempo. Tampoco el Melilla, que se encontró con un tanto de penalti y superioridad numérica tras un forcejeo en el área. Era el minuto 35 cuando, tras el escándalo, Mauri se encargó de hacer el 0-1 y poner los ánimos patas arriba tras la roja a Jurado. El protagonista no vestía ni de blanco ni de verde: era el desdichado árbitro, del que alguien del colegio tendría que explicar qué pinta en Segunda B, una categoría con trencillas para todos los gustos, pero en la que destaca, por lo negativo, este madrileño ignorante y detractor del espectáculo.

En el segundo tiempo, el equilibrio llegó cuando Megía --siempre Megía-- mandó a los vestuarios al visitante Dani Vidal por una faltita . Equilibradas las fuerzas, el Cacereño se empleó a fondo hasta el final guiado por un gran Gabi y un Joaquín muy mejorado. Gabi lanzó al poste una falta y Sergio amagó con el empate en un par de ocasiones claras, pero fue Joaquín el que acertaría con un remate a gol tras recoger un rechace de Balbuena a centro de Santi.

Calmados los ánimos, con el árbitro de nuevo a escena, el partido se perdió en la pelea de los dos equipos, con más opciones claras para los melillenses. El encuentro había acabado entre la resignación del público y la frustrante actuación del juez, toda una rémora para el fútbol.