Sólo un gran milagro deportivo salvará al Cáceres del descenso. La permanencia, no hay que engañarse, se ha tornado utópica después de la derrota del pasado sábado en Valladolid.

Aunque todavía no es momento de hacer un balance definitivo, a todos nos queda el regusto amargo de la finalización de once años gloriosos en la élite del baloncesto. Después de flirtear con el abismo durante varias temporadas, tenía que llegar el lógico desenlace para un club mediatizado por sus problemas económicos.

Pocos podrán calibrar ahora la magnitud de la desgracia. En ella, todos hemos tenido mucho que ver, aunque ahora me acuerdo de una frase pronunciada --esta sí, con tino-- por el presidente verdinegro, José María Bermejo, durante la temporada: "No podemos estar siempre mendigando".

Mendigar. Eso es lo que ha estado haciendo el Cáceres durante los últimos cuatro años y, como no podía ser de otra manera, el pobre ha terminado por morir de hambre.

Yo, de todas formas, me quedo con el espectáculo del que hemos podido disfrutar durante todo este tiempo. Pocos podríamos imaginar estar tanto tiempo entre los mejores del baloncesto.

Me quedo, en fin, con lo bueno. Y lo bueno estará también hoy en Santander: el cacereño Javi Sánchez será homenajeado por sus cien partidos en la selección de fútbol sala. Enhorabuena, número 1.