Periodista

Mucho tiene que cambiar el Cáceres para que termine la temporada y, en el caso de que así sea, el efecto que pueden producir las sucesivas crisis mensuales puede ser tan devastador que, incluso, puede derivar en el descenso deportivo. Los jugadores, digan lo que digan, terminarán por plasmar en la cancha sus problemas de cobro. La lenta agonía de este año no tiene parangón con respecto a anteriores temporadas y el lobo se acerca.

Estoy con Bermejo en algo que ha dicho últimamente: el Cáceres está, entre otras cosas, para proyectar la imagen de la ciudad, siendo un reclamo publicitario de lo más rentable, pero para seguir dando la actual mejor dejarlo. A un cacereño normal tampoco le gusta esta imagen tan lamentable. Huele a mendigo.