El equipo español de natación sincronizada ganó ayer su quinta medalla en los mundiales de Roma. Pero la cara de Gemma Mengual al confirmar que la rusa Natalia Ischenko la había vuelto a vencer (ya lo había hecho en la final individual en rutina técnica) no reflejaba por ningún lado la alegría de quien ha conseguido un subcampeonato mundial. Todo lo contrario. Las lágrimas de la española reflejaban, una vez acabada la prueba, una mezcla de sentimientos y emociones marcados por la impotencia, la decepción, la rabia y la indignación. Y así quiso reflejarlo ante los medios de comunicación. "Estoy un poco decepcionada porque era mi oportunidad, estaba claro que esta vez sí podía ganarla (la medalla de oro). Los jueces son los que no han querido, si fuera por el resto de la gente supongo que hubiera ganado yo". Y también quiso señalar que, a sus 32 años, el comportamiento de los jueces no le anima a seguir competiendo.

La seleccionadora Anna Tarres también mostró su perplejidad por la puntuación. Un día antes, el equipo español logró un histórico oro. En el grupo de nadadoras estaba Cristina Salvador, cuyas raíces están en Fuente de Cantos.