El entrenador del Mérida, Fabri González, reconocía tras el 4-0 de su equipo al Linares que "esta victoria debe servir de maqueta donde mirarnos en un futuro", y es que la desconfianza en el entorno era palpable, porque llegaba el líder, que aunque a domicilio no estaba bien, traía cartel suficiente como para asustar.

Fabri lo sabía y vivió los primeros 45 minutos más enérgicos de la temporada, casi siempre de pie, pero sus voces no eran solo para dar órdenes, sino para animar y respaldar a sus pupilos, que no estaban en su mejor momento psicológico tras la mala racha de las últimas jornadas. Lo peor para el Mérida es que la victoria no ha servido para recortar puntos con el cuarto, ya que los de arriba no fallaron, excepto el propio Linares, pero sí para dejar apartado los papeles del divorcio con la afición, ya que parecía una noche de enamorados que se reconciliaban entre el Mérida y una afición que ayer, además, tuvo que pagar y se fue contenta por ello.

De otro lado, hoy llega Jairo, un jugador que iba a ser una gran sorpresa, según el jefe de prensa del Mérida, Eloy López. Procede de la Regional Preferente sevillana y viene a probar, como otros muchos han hecho.