El Mérida vive al límite del caos. Los empleados procedieron a la firma de poderes con su abogado para defender sus derechos. Los jugadores esperan antes de decidir si toman más medidas. El masajista denuncia que la precariedad con que trabaja guarda relación con el aumento de lesiones. El utillero, tras el despido de otro empleado, no puede con el cuidado del césped y con la limpieza del estadio, amén de sus funciones. Cuatro jugadores pueden ser desahuciados hoy por impago del alquiler del piso. Y miembros de la junta preveían publicar anoche una nota para expresar su malestar.