Conversación entre dos campeones. Uno ya retirado, pero que el miércoles en una subida de viejas glorias se machacó ascendiendo una montaña "que siempre es igual y no se mueve del sitio". Genial Miguel Induráin a la hora de catalogar el Tourmalet. El otro, con cuerda para rato.

"Ya lo tienes más cerca, Alberto". ±¡Uf! Miguel... los cambios de temperatura me están matando. No veas lo que estoy sufriendo este año con la alergia. Y este tiempo me va fatalO. "Que ya está, ¡hombre!, que te vaya bien". Y abrazo, justo antes, cada uno por su lado, atendieron a los periodistas.

La pregunta a Induráin era obligada. Sigue abierta la polémica sobre si Contador tuvo o no que detenerse tras la avería de Schleck. Entre otras cosas habían acusado al madrileño de que Induráin nunca habría hecho algo igual. Que se habría detenido si el problema lo hubiesen tenido rivales como Chiappa, Bugno o Rominger. "Es muy difícil detenerte cuando la mecha ya estaba encendida. Apagar el fuego es difícil porque la carrera ya estaba lanzada y Contador se estaba jugando el Tour". Es decir, que Induráin era generoso pero no tonto, de lo contrario no habría ganado cinco Tours de forma consecutiva.

¿Lo podrá conseguir Contador? Porque Induráin no se presta mucho a declarar públicamente lo que piensa. "Conseguir cinco Tours no es nada fácil. Pero lo cierto es que Alberto ya está más cerca, puesto que ya va camino del tercero, aunque todavía se debe cuidar porque por ocho segundos, la diferencia que le lleva a Schleck, Fignon perdió el Tour con Lemond, en 1989. Pero él es un corredor completo. Escalador sobre todo. La diferencia conmigo es que yo en este mismo monte ataqué bajando y no subiendo para comenzar a ganar el primer Tour. Yo nunca fui un escalador como él. Más bien me defendía en la montaña".

Y de qué manera lo hizo. Induráin no se entusiasma, o al menos esa impresión da, al contar las viejas batallas. El ciclista navarro visitó el Tour casi de forma relámpago. Siempre viene por lo menos un día, en los Pirineos. Tal vez, en unos años, tenga que regresar. Su hijo mayor, Miguel, que va por los 14, ya es una promesa del ciclismo navarro. El chico apunta buenos modos. Le gusta la bici, casi más que el Barça, club del que es forofo, y no le cuesta nada convencer a su padre para ir al Camp Nou. Siempre en todo.