JUVENTUS 0: Buffon; Thuram, Tudor (Birindelli, m.42), Ferrara, Montero; Camoranesi (Conte, m.46), Tacchinardi, Davids (Zalayeta, m.65), Zambrotta; Trezeguet, Del Piero.

MILAN 0: Dida; Costacurta (Roque Junior, m.65), Nesta, Maldini, Kaladze; Gattuso, Pirlo (Serginho, m.71), Seedorf; Rui Costa

(Ambrosini, m.87); Shevchenko, Filippo Inzaghi.

ARBITRO: Markus Merk (ALE). Mostró tarjeta amarilla a Costacurta, Tacchinardi y Del Piero.

INCIDENCIAS: En el palco, los primeros ministros inglés, Tony Blair, e italiano, Silvio Berlusconi, éste también dueño del Milan. Gran ambiente en la grada del estado inglés.

El Milan, merced a su mayor acierto en la tanda de penaltis (3-2) decantó de su lado ante el Juventus Turín una final poco brillante y sin goles, pero que trae al club milanés su sexto trofeo de la máxima competición continental.

Un desenlace final donde el meta brasileño milanista Dida detuvo tres de las penas máximas lanzadas por los juventinos; mientras que su colega Buffon tan sólo paró dos.

No fue un buen partido pero, eso sí, se vio un alto ritmo, entrega y esfuerzo físico por ambas partes y, sobre todo, tensión y emoción por la incertidumbre del marcador. Además vio como Marcello Lippi, técnico juventino, uno de los entrenadores transalpinos más fiables, se equivocaba de inicio con las dos apuestas que hizo: la del italo-argentino Mauro Germán Camoranesi como sustituto del suspendido Pavel Nedved; y la de jugar con cuatro defensas centrales.

Lippi, además, tampoco atinó al plantear una defensa con el uruguayo Paolo Montero en una inusual posición para él de lateral izquierdo y la misión de taponar las entradas por dicha zona de Shevchenko.

Montero sufrió, pues el Milán montó casi todos sus ataques por dicha zona, donde el técnico milanista Ancelotti vio un filón y mandó a Seedorf que entrará más por esa posición que por su habitual izquierda.

Ancelotti, por su parte, confirmó lo esperado ya que pudo recuperar a los tocados Alessandro Costacurta y al meta brasileño Dida. Puso el denominado equipo del buen gusto, de posesión de balón con Andrea Pirlo, el portugués Manuel Rui Costa y el holandés Clarence Seedorf en el centro del campo, junto al físico bisonte Gennaro Gattuso.

El Milan que, tras unos primeros minutos de juego alocado por ambas partes y con defensas adelantadas -como homenajeando al huésped fútbol inglés-, se asentó antes y tomó las riendas del partido. Su mejor toque, concepción del juego y mejor saber qué hacer, le hizo muy pronto llevar el peligro sobre la meta del conjunto juventino.

En tan sólo un minuto, además, contó con dos acciones que pudieron ser determinantes: un posible agarrón, no señalado, dentro del área de Tudor sobre Inzaghi (m.7); y gol anulado a Shevchenko (m.8), por fuera de juego de un Rui Costa que estaba solo delante del meta Buffon.

Trezeguet tuvo el gol pero remató de cabeza muy desviado (m.10) un centro desde a derecha. Quien gozó de las mejores ocasiones para adelantarse en el marcador, y en acciones pensadas, fue el Milán. No anotó, primero, por una excelente parada de Buffon, que sacó con la mano un remate de cabeza casi a bocajarro de Inzaghi (m.17), y, segundo, al enviar desviado Rui Costa un disparo que olía a gol (m.38).

Lippi, en el descanso, se desdijo por segunda vez al dejar en la caseta al desubicado Camoranesi y poner en liza al veterano Antonio Conte.

CONTE, AL POSTE

Conte (m.47), prácticamente en el primer balón que tocó, protagonizó la acción más peligrosa hasta entonces de su equipo: remate de cabeza que estrelló el balón en el travesaño de la meta milanista.

El minuto 65, Lippi quitó a Davids por lesión y sacó al delantero uruguayo Marcelo Zalayeta. Daba más peso a su ataque y, al retrasar a Del Piero perdía fuerza pero ganaba teórica creación.

El partido, con un Milán algo más creativo y un Juventus que esperaba y buscaba golpear con rapidez, se equilibró. Fue convirtiéndose cada vez en más opaco y sólo la incertidumbre del resultado mantuvo el interés en alto.

En la prórroga no llegó ni el gol de plata ni fútbol por uno y otro lado. Estaba sentenciado que la final (séptima vez en la historia de la competición) se iba a decidir en la tanda de penaltis. Ahí, la diosa fortuna y el meta Dida fueron del Milán.